El triunfo de Lordi puede convertir el festival de Eurovisión en algo muy parecido a ‘El semáforo’. No es que antes escasearan los freaks: de hecho, solían acudir al certamen ejemplares de pata negra, de los que son marcianos pero no se han dado cuenta y todavía se creen guays. Ya saben, morenazos chipriotas vestidos de blanco nuclear, boy bands más femeninas que cualquier girl band, baladistas centroeuropeos que ponían voz de italiano y, sobre todo, representantes españoles, dignos de constituir categoría aparte. Pero este año la cosa va más allá y parece restringirse sólo al rollo estrafalario. No estoy siguiendo a conciencia las preselecciones de TVE, presentadas por esa mujer bizarra en sí que atiende por Paula Vázquez, pero cada vez que el zapeo me hace pasar por allí me topo con una criatura imprevista: una drag queen de Zaragoza, una cantante lírica medio austriaca, unos buenos chicos disfrazados de blackies, una señora guipuzcoana que cantaba en el grupo Bravo… A lo mejor con estas nuevas premisas sí triunfamos, aunque me parece que incluso en este campo tan nuestro nos acabará venciendo algún romántico finlandés con acento napolitano, vamos, algo raramente convencional.
Por cierto, los de la foto son los representantes andorranos, Anonymous, que se definen como punk rock. ¿Les votamos?