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César Coca

Divergencias

Algo cambia (para bien) en los rituales de los conciertos

Hubo una cosa que me llamó la atención en el Musika-Música. Algo sin importancia desde el punto de vista artístico, pero sí en cuanto a los rituales que rodean los conciertos. Abdel Rahman El Bacha salió a interpretar el Concierto para piano y orquesta Nº 23 de Mozart (sábado, 13.45, auditorio Haydn) vestido con chaqué. Una indumentaria clásica para una sesión de música clásica pero que confieso que hace un tiempo que no veía. Y que me sorprendió especialmente en el contexto familiar e informal del festival.

Los rituales de los conciertos de música clásica se mantienen invariables desde hace siglos. Los aplausos al salir al escenario (no se dan en el teatro, por ejemplo), el silencio o silencio tosido entre movimientos, las salidas a saludar de solistas y director, los ramos de flores… Y hasta hace bien poco, la indumentaria severa de los miembros de la orquesta, el director y los solistas. Recuerdo hace unos años a la violinista rumana Silvia Marcovici, que me dijo en una entrevista que ella salía siempre de negro porque no quería despistar a los aficionados ofreciendo a su vista una mancha de color. Ya entonces no extrañaba que, sobre todo las solistas, prescindieran del negro, aunque utilizaban aún tonos muy discretos.

En pocos años, eso ha cambiado radicalmente. Los hombres siguen de negro, pero mucho más informales. Y ellas… ellas hacen derroches de color sobre el escenario. Como contaban las integrantes de BdB duo en una entrevista a Territorios hace bien poco, se trata de dar lo mejor de cada uno en ese momento, y eso supone que la presentación sea lo más atractiva posible.

Y así los escenarios se han llenado de color. Les dejo unos vídeos recientes. Y no me digan que no les gusta más ese alarde que el severísimo negro de hasta hace bien poco.




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