Llevo un tiempo viéndolo: las críticas que se detienen en detalles muy concretos de una obra, que así pasan a tener una importancia superior a la visión de conjunto. Me explico: críticas literarias en las que una buena parte de su contenido se centra en decir que el autor maneja mal la preposición tal en las páginas tal, tal y cual, o que utiliza de manera indebida una palabra, o que hace una construcción de dudosa legalidad gramatical. O críticas musicales (de un disco o un concierto) en las que se afea al intérprete porque en el compás 137 hay un cierto emborronamiento, o porque la indicación fff no es llevada del todo bien a la práctica en dos o tres segundos del tercer movimiento de la sinfonía.
No me gusta. Me parece que críticas así hacen que los árboles nos tapen el bosque. ¿Existe una obra perfecta? No. Es más, en la imperfección está muchas veces el verdadero atractivo de la creación. No hay un solo escritor que resista la crítica a una novela de 400 páginas analizando frase por frase en busca de un uso indebido o atípico de una construcción o una palabra. Ni un pianista que entre los miles y miles de notas de una pieza (pongamos el Concierto para piano y orquesta Nº 3 de Rachmaninov, verdadero tormento para cualquier intérprete) no tenga un error, por mínimo que sea. Jean Echenoz, en su espléndido Al piano, lo cuenta de forma certera: es imposible, en una obra de media hora o más, no fallar al menos una nota. Por eso hay que estar preparado para cuando suceda y no desequilibrarse por ello. De hecho, si a Artur Rubinstein se le hace una crítica nota por nota, con la partitura en la mano, el resultado sería que era un pianista malillo. Y, para muchos, fue sencillamente Dios tocando el piano.
¿Y en otras disciplinas? ¿No hay una sola pincelada mejorable en un cuadro de Velázquez? ¿No se podría haber mejorado algún proyecto de Le Corbusier, Frank Lloyd Wright, Jean Nouvel o Frank Gehry.
Dicho lo cual, ¿por qué esa moda de la crítica que se detiene en aspectos tan menores? Entiendo que un crítico lo haga cuando el escritor, músico, pintor o lo que sea resulta ser más bien desastroso. Pero, ¿altera el resultado final que en un compás de una sonata el pianista se acelere más de lo debido o que una preposición en la página 275 de una novela o un ensayo sea discutible? ¿No será que es mucho más fácil y más cómodo hacer esa crítica que entrar el fondo de la cuestión?