Hoy toca hablar de fútbol. O más bien de sus aledaños. Esta mañana he escuchado en la radio que las visitas a los museos, los palacios, los teatros y la Ópera de Viena han caído en picado durante los últimos días. Me produce no sé si sorpresa pero sí un cierto desánimo. Estoy convencido de que los turistas no aficionados al fútbol (o sin interés en acudir a ninguno de los partidos de la Eurocopa) han eludido viajar a Viena durante la competición. Yo habría hecho lo mismo: precios más caros en una ciudad que no es precisamente barata, demasiada gente y ruido en la calle…
Eso reduce el número de visitas a esos lugares de gran interés cultural. Pero, por otro lado, hay unos cuantos miles de personas en la capital austriaca que llevan allí unos días (no hablo de quienes cogen el avión por la mañana, ven el partido y regresan de inmediato) y no sé muy bien en qué han empleado el tiempo entre un partido y otro, teniendo en cuenta además que viernes y sábado no ha habido competición. ¿Han estado tres, cuatro o más días en la bellísima Viena y no han aprovechado para visitar algún palacio, darse una vuelta por la catedral de San Esteban o curiosear un rato en alguno de sus célebres museos? ¿Y por qué no ir a una función teatral o a un concierto? De verdad que no los entiendo.