Ya sé que gran parte de la culpa es de los nazis y la Iglesia, con perdón por la yuxtaposición, pero hay dos lenguas con una capacidad evidente para sugerir el mal: me refiero, claro, al alemán y al latín, y la banda de la que voy a hablarles utiliza ambas. Ya sé también que otra parte de la culpa es de nuestra ignorancia, que nos hace reparar más en la forma que en el fondo de títulos como ‘Gotteskrieger’ o ‘In nomine domine’ y nos empuja a suponer una música viciada, como vapor emanado de una cripta. Pero en este caso ya se imaginarán que la ignorancia acierta: Heimataerde dedican toda su obra a relatarnos las oscuras peripecias de, ejem, un caballero templario vampiro y su amada mortal. Me reconocerán que se trata de un asunto peculiar y propio de mentes recalentadas, que seguramente Kike Santander nunca tocará en una de sus composiciones.
Como estamos hablando de un grupo heredero de la electronic body music (murmullos de protesta) cuya música a menudo se puede bailar (gritos, insultos) y encima incorpora sonidos supuestamente ancestrales y folclóricos (lanzamiento de objetos contra el orador), supongo que muchos de ustedes odiarán a Heimataerde e incluso me odiarán a mí por dedicarles este espacio. De hecho, el propio compañero Arrieta, de quien se conoce la costumbre de hablar en latín con los amigos, la afición a los misterios históricos herrumbrosos y el apego por la electrónica menos elitista, no se mostró muy benevolente con Heimataerde y nunca les escribió el docto post que yo esperaba. Pero a mí me gustan. Ya saben, errare humanum est. Ende.