Museos llenos, catedrales repletas de visitantes, largas colas para poder visitar algunos palacios, festivales de jazz y teatro clásico en localidades playeras del Mediterráneo en los que era imposible encontrar entradas… Es lo que he visto este verano. Y además, con notable presencia de jóvenes en todos esos lugares. No me parecen malos datos para la cultura en estos tiempos en los que a veces las opiniones apuntan hacia el mismísimo apocalipsis. ¿A ver si va a resultar que no consumimos tan poca cultura? Y no estoy hablando sólo de cultura de consumo: hablo de Shakespeare, de ciencia o de los frisos del Partenón, por poner algunos ejemplos.
En fin, que regreso al trabajo con una cierta dosis de optimismo, al menos en este aspecto. Es un placer encontrarlos de nuevo a todos.