Han transcurrido tres semanas, pero me cuentan que en la Diputación foral vizcaína aún no se les ha pasado el enfado. Me refiero a la entrevista con Juanjo Mena, director de la Sinfónica de Bilbao (BOS), en la que criticaba la falta de proyecto que la Diputación, entidad titular de la BOS, tiene en cuanto se refiere a la cultura, y más concretamente en lo que atañe a la orquesta.
Juanjo Mena no necesita demostrar que es un gran director.
El nivel de la BOS ha mejorado de forma espectacular desde su llegada,
y de ahí que haya sido invitado en los últimos años a dirigir
importantes orquestas de todo el mundo. Ahora ha dejado claro que
también tiene personalidad para defender sus ideas y proyectos, aunque eso suponga criticar a la entidad que tiene en sus manos renovar su contrato, cuando finalice en 2007.
Esto es algo casi insólito en un mundo tan subvencionado como el de la cultura. Ahora bien, ¿por qué es insólito? ¿Tienen derecho los artistas a criticar a las instituciones que les contratan? ¿Está incluido en su sueldo el silencio
acerca de todo aquello que no les parece bien respecto de la gestión
‘política’ de las entidades culturales? ¿Cuando una institución
contrata a un artista, a un director de museo o a un responsable de una
biblioteca está pagándole por su trabajo o también por la adhesión inquebrantable, incluida alguna foto en campaña electoral? Son sólo algunas preguntas que pongo sobre la mesa. Agradeceré mucho las respuestas sobre estos asuntos.