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César Coca

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Un libro cada semana: 'Gentes del club' de Fernando García Pañeda

Imaginen ustedes un club de indisimulado aire inglés. Uno de esos edificios de salones cuyas paredes están cubiertas por retratos al óleo de las personalidades más influyentes de la ciudad en tiempos pretéritos, por supuesto todos ellos miembros de ese grupo selecto. Un edificio en cuyas dependencias, lo mismo el salón que el restaurante o la biblioteca, el tiempo se ha detenido y no sabemos si estamos viviendo en nuestros días o en los de nuestros padres o abuelos. E imaginen a los socios de esa institución contemplando lo que sucede fuera de las paredes de su edificio como si fuera una ficción y ellos en realidad no pasaran de ser espectadores de la misma. Eso permite juzgar todo, incluida la propia vida, con distancia y humor y con la indiferencia de quien cree que todo lo malo no es sino argumento de la función y que cuando se apaguen las luces y termine la misma regresarán al calor y la comodidad de sus casas.
Gentes del club es un libro de relatos. El narrador, secretario de la junta directiva, va contando episodios diversos de algunos de los socios, todos ellos gentes de apellidos largos y compuestos, entre lo vasco y lo genuinamente británico. Son pequeñas historias en tono humorístico, muchas veces con intención paródica. No es difícil imaginar al narrador, sentado en un sillón de orejas y pendiente de mantener la atención de sus interlocutores que, con la ginebra en una mano y el puro en la otra, siguen el relato con cierto tono displicente.
Fernando García Pañeda consigue que el libro parezca escrito por uno de esos autores británicos de la primera mitad del siglo XX que hicieron del humor inteligente su divisa. No hay en sus textos la zafiedad ni la ofensa gratuita que tan frecuentes son en el cine contemporáneo de humor y en los monólogos que reinan en la televisión. Lo suyo es la ligereza, la frase chispeante y el quiebro en el último momento. Todos los relatos nos suscitan una sonrisa pero hay dos instantes de especial brillantez: la carta que un funcionario envía a su banco para decirle que dejará de pagar una parte de su crédito y la explicación sobre el críquet que hace uno de los socios del club. Humor blanco en un tiempo en el que lo que abunda es el humor negro.

 

(Publicado en elcorreo.com)