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César Coca

Divergencias

Carné, ¿de qué?

Espero que, dado que estamos en período vacacional (circunstancia que, al parecer, exime a parte de la ciudadanía del cumplimiento de las normas, lo mismo las de tráfico que las de buena educación, según he podido comprobar este verano), me permitan salirme ligeramente del tema de este blog. ¿Por qué? Porque aún no salgo de mi asombro ante la noticia de que un ex agente del orden, famoso por el extraordinario mérito de haber estado casado con una muchacha cuya celebridad, a su vez, se debe a que es hija de una cantante ya fallecida, ha pedido a la Asociación de la Prensa que le den el carné de periodista. Me refiero a un estrafalario personaje de enciclopédico desconocimiento que circula por algunos programas rosa de la televisión (lo que indica a las claras qué baja ha caído la televisión en nuestro país) y que responde al nombre de Antonio David. De verdad que no me sé su apellido ni tengo el menor interés en averiguarlo.

Esa extravagante petición ha coincidido con unas declaraciones de otra asidua a estas tertulias, parece que ésta en posesión del citado carné (es probable que hasta haya pasado por alguna Facultad), en las que sostenía que el periodismo del corazón es tan digno como cualquier otro. Opinión que ya sostuvo también sin rubor hace unos meses el presentador de Salsa rosa, uno de los productos más deplorables que se han emitido. Tanto que aún no entiendo cómo los televisores no se averiaban cuando sus propietarios sintonizaban el programa de marras.

Pues bien: partiendo de la base de que hay formas muy distintas de hacer información del corazón (más neutras, más discretas, más responsables, más críticas… y todo lo contrario), me niego a aceptar que trabajar en ese sector sea lo mismo que batirse el cobre en el frente en una guerra, o buscando cada día información del sector financiero, o buceando en los entresijos de la política intentando analizar lo que hay debajo de un pacto. Me niego a creer que hacer una entrevista al citado Antonio David o conseguir unas declaraciones de Ana Obregón mientras camina en plan desfile de moda por la T-4 de Barajas requiera la misma preparación que entrevistar a un premio Nobel de Medicina o a un filósofo. Me niego a dar por bueno que unas declaraciones de Emilio Botín tengan la misma relevancia (y conseguirlas, la misma dificultad) que unas de Jesulín de Ubrique.

Y sostener como la citada asidua a tertulias que es tan digna la información del corazón como cualquier otra con el argumento de que también los periódicos serios le dedican un espacio y además es la más leída me parece del todo falaz. Los periódicos también publican pasatiempos (y vaya sin son leídos) y nadie los compara con la información política, por poner un ejemplo. Hay declaraciones hechas con pretensión de seriedad para las que debería crearse un espacio especial en los medios. Humor, sería su nombre.