Para los que estuvimos esperándole más de una hora, fue un agobio que la estrellona llegara, dijera un par de topicazos que si no fuera él se los achacarías a un cortito de cabeza, y que después se marchara.
En el fondo, nada más normal.
De Niro sabe lo que vale su imagen, lo que vale para nosotros, los medios de comunicación, y también para todos aquellos que no se despegaron de él para salir en la foto, y para todos los hoy hablan de él.
No le hace falta hablar. Sabe que va a salir en todos los medios y el ha venido aquí a vender la obra de su padre. Con eso le vale y nadie, nadie, a va a negarse a sacarle a todo trapo.
Podría haber sido un poco más amable. Nos hubiéramos sentido más a gusto. Pero él sabía que no tenía ninguna necesidad de caer bien.