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César Coca

Divergencias

El prestigio (literario) de la verdad

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Participaba hace unos días en algo que sin ser una tertulia literaria se le parecía mucho, y me preguntaba sobre el prestigio que tiene la verdad (o la aparente verdad) en la literatura. Escribe una autora desconocida fuera de la crítica de arte un libro que narra los avatares amorosos de una mujer de mediana edad
y la obra se convierte en un superventas no por su calidad literaria,
sino porque la señora, miembro de la burguesía francesa, asegura que es
su propia experiencia lo que está en esas páginas. Cuenta un escritor la peripecia de un muchacho en un campo de concentración y el libro adquiere otro carácter si sabemos que eso le sucedió a él mismo, o a su padre.

Es como si el carácter autobiográfico diera un interés especial
a cualquier libro. ¿Por qué? ¿Qué tiene de atractivo añadido que lo que
se cuenta sea más o menos la experiencia real de un escritor o alguien
de su entorno? ¿Está en crisis la ficción? Por hablar de libros que han
salido en este blog en las últimas semanas, ¿tienen menos interés Madame Bovary, La Regenta, Fortunata y Jacinta, La metamorfosis o Anna Karenina por no reflejar la peripecia vital exacta de nadie? Es posible decir más verdades a partir de una ficción completa que contando los hechos como fueron o como nosotros pensamos que sucedieron.

¿La explicación a este curioso prestigio de la verdad está en que somos unos cotillas imperdonables
que se pierden por conocer esos detalles íntimos de la vida de tal o
cual escritor desvelados en una trama novelesca? Si es así, quizá tener
éxito de ventas sea más fácil de lo que se piensa…

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