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César Coca

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Ningún fin de semana sin música: Danza eslava Nº 1 de Dvorák

Antonin Dvorák escribió la primera serie de Danzas eslavas cuando tenía 37 años y aunque su catálogo de obras ya era considerable estaba aún a la espera de un éxito que lanzara su carrera. Cuando en 1878 recibió el encargo del editor Simrock –el mismo que publicaba las piezas de Brahms; de hecho, fue este quien puso en contacto a ambos–, lo primero que hizo fue estudiar a fondo las Danzas húngaras del hamburgués.

Las Danzas eslavas –hubo una segunda colección ocho años después– no toman las melodías de forma tan directa como había hecho Brahms, pero sí recogen ritmos y formas de la música popular eslava. Así se hizo repetidamente en esos años en los que la música de marcado carácter nacionalista recibió un impulso por parte de gobiernos y grupos políticos de países que acababan de conseguir su independencia o querían consolidarla fijando también una cultura con rasgos propios.
Como sucedió con las Danzas de Brahms, Dvorák compuso inicialmente sus piezas para piano a cuatro manos pero de inmediato hizo las correspondientes versiones orquestales. Se da la circunstancia de que Brahms hizo lo propio solo con unas pocas de las suyas y otras fueron orquestadas por distintos compositores, Dvorák uno de ellos.
Les dejo con la Danza eslava Nº 1, una de las más populares. Una inyección de energía para empezar este segundo trimestre del año ahora que la semana de Pascua toca a su fin.
La versión es de Seiji Ozawa al frente de la Filarmónica de Viena.