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César Coca

Divergencias

El tiempo de las historias

Lo dice uno de los protagonistas de La hora de las sombras, la novela de Johan Theorin recién publicada en español: los jóvenes quieren que las historias se cuenten a toda velocidad. No saben que cada cosa tiene su ritmo. Quizá alguno de ustedes haya leído un comentario de Theorin al respecto, en una entrevista que le hice la pasada semana en Madrid y que hoy ha publicado El Correo.

Me parece que Theorin tiene razón. Es habitual que, tras ver un filme clásico, los jóvenes se quejen de su lentitud. Y si leen un libro anterior a 1970 puede que les parezca aburrido porque pasan pocas cosas. ¿Tiene la TV la culpa de esta tendencia generalizada a sintetizar tanto las historias que a veces hasta resulta difícil entenderlas? ¿Por qué incluso la esencia del cine contemporáneo -y también de cierto tipo de literatura- está en las persecuciones? Dicho de otra manera, ¿alguien escribiría hoy un libro como En busca del tiempo perdido, en el que hay una acción ciertamente mínima para 3.500 páginas de texto (al menos en la edición de Alianza, que es la que yo leí hace muchos años)?