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César Coca

Divergencias

La casa de Vicente Aleixandre

Este fin de semana he visto en televisión un reportaje sobre el abandono de la casa de Vicente Aleixandre. Una casita en una zona muy próxima a la Ciudad Universitaria de Madrid, donde el poeta vivió muchos años. Allí recibía las visitas de sus amigos (¡cuántos nombres hoy célebres pasaron por allí) y de escritores jóvenes con los que le gustaba charlar. Uno de esos autores jóvenes, como ha comentado él mismo alguna vez, era Javier Marías .

No he estado nunca dentro, pero he pasado decenas y decenas de veces por su puerta. Cuando a Aleixandre le dieron el Nobel de Literatura en 1977 (la Academia sueca premió en él a toda una generación que sufrió el exilio interior o exterior durante los largos años del franquismo), yo vivía a apenas 200 metros de la casa de la calle Wellingtonia. Él la llamaba Velintonia y más tarde recibió el nombre del poeta, en su honor.

Es triste el destino de ese inmueble, con su pequeño jardín que lo circunda. En otros países europeos, es habitual encontrar convertidas en museos casas de poetas, pintores o músicos de segunda o tercera fila, como forma de preservarlas. Aquí, la residencia de un Nobel -como si tuviéramos tantos- no merece atención alguna ni por lo visto a nadie se le ha ocurrido convertirla en un centro de cultura. O de recuerdo.