Hace algún tiempo escuché en una tertulia de televisión a un indocumentado que decía que sólo aquí (se refería a Euskadi) se conmemoran las derrotas. Lo decía en tono crítico, claro. Ignoraba que en Cataluña la Diada conmemora la caída de Barcelona ante las tropas de Felipe V o que todo Japón se paraliza cada 6 de agosto para recordar la bomba atómica que cayó sobre Hiroshima en 1945, por citar sólo dos ejemplos. Así que no sólo aquí se conmemoran derrotas, se hace en todo el mundo. Con haber leído un poco, sólo un poco, el tertuliano de marras lo sabría.
Viene esto a cuento porque este domingo un grupo de artistas dará un concierto en la antigua terminal de salidas del aeropuerto de Tempelhof, en Berlín, para conmemorar el 70 aniversario de la noche de los cristales rotos: el ataque sistemático a sinagogas, tiendas y cementerios judíos de toda Alemania, que costó la vida a decenas de ciudadanos y daños económicos y morales incalculables. Muchos historiadores han visto en ese episodio el preludio del Holocausto .
Pues bien, el violinista Daniel Hope ha invitado a otros artistas clásicos, como Hélène Grimaud , Thomas Quasthoff , Menahem Pressler y Sol Gabetta y también a gente del pop, para un concierto. El actor Klaus Maria Brandauer leerá textos de Martin Gilbert y Goethe, mientras se proyectarán vídeos con imágenes de aquellos días. Las derrotas, el sufrimiento, el dolor, también se recuerdan. Entre otras cosas, para evitar que se repitan o para aprender las lecciones debidas. Y el arte siempre es la mejor manera de dar forma a ese recuerdo.