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Rescate en el Latok: La decisión más dura, la única posible

Han pasado más de 24 horas desde la decisión: abandonar el rescate de Óscar Pérez en el Latok II. Cuando trascendió la noticia, sobre el mediodía del domingo, rabia, impotencia y hasta un punto de incomprensión fueron los sentimientos que afloraron, al menos en mi caso. ¿Por qué justo en ese momento, después de todo el esfuerzo realizado? ¿Por qué después de haber hecho lo más difícil, movilizar a alpinistas desde España, a los gobiernos de España y Pakistán, al Ejército paquistaní; tirar la toalla cuando estaban tan cerca de Óscar?

Pero una reflexión un poco más pausada y algunas interesantes lecturas en La Red como el artículo de Alberto Ayora en el confidencial.com o las entrevistas a Lorenzo Ortas , coordinador del rescate en el Club Peña Guara, y Sebastián Álvaro , coordinador del operativo desde Skardú, en Desnivel.com arrojan bastante luz a todo lo sucedido y ayudan a entender las decisiones que se han tomado desde el momento en el que Alberto Novellón dio la voz de alarma sobre el accidente de su compañero hasta la durísima decisión del domingo de suspender el rescate.

Las conclusiones son meridianas: Todos los implicados (al menos en lo que respecta a personas) hicieron todo lo posible, el rescate era una misión casi imposible, las posibilidades de que Óscar Pérez estuviera vivo tras diez días en la pared eran mínimas, por no decir nulas, y la entrada del mal tiempo no les dejaba más opciones que la retirada para no convertir la muerte de Óscar en una tragedia colectiva. Así que todos los implicados en el rescate pueden tener la conciencia tranquila: han hecho todo lo humanamente posible, tanto en el club Peña Guara y Skardú como al pie de terreno, el equipo de rescatadores desplazados al Latok II.

Quizá más difícil sea hacer comprender a los profanos, a esas personas que nunca han subido una montaña, a aquellos que no entienden el sufrimiento/placer de una ascensión montañera -sea el Pagasarri, el Gorbeia, el Aneto, el Mont Blanc o el Latok-; los motivos que llevan a una persona a aceptar el sufrimiento de una ascensión, las incomodidades de una expedición o los peligros de una escalada. Probablemente haya que vivirlos. Pero si alguien, en cualquier actividad o momento de su vida, ha logrado sentir esa extraña sensación de íntima libertad absoluta, de ser dueño de sus actos, de no necesitar nada ni a nadie más que su propio esfuerzo y su convición de lograr un objetivo, habrá estado muy cerca de ellos.

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latok, rescate

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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