La frase que da título a la canción de Manolo Otero puede estar totalmente desfasada en el mundo actual, donde las prisas gobiernan desde primera a última hora. Pero nuestro Serge Gainsbourg, aunque justo al revés, guapo y sin demasiadas facultades para la interpretación musical –lo que le obligaba más a recitar que a cantar–, se refería a épocas pretéritas, seguro utópicas, en las que el espacio dedicado al amor era el más importante de nuestras vidas. Por eso dedicar ‘Todo el tiempo del mundo’ a ello no era desperdiciarlo.
Este inolvidable tema de 1974 cambió la vida del madrileño. La personal adaptación que realizó el productor Ray Girado del clásico ‘Soleado’, imitando en cierto modo al ‘Je t’aime, moi non plus’ de Gainsbourg y Jane Birkin, llegó al número uno de las listas por boca de Otero y le abrió las puertas de la fama en el mundo de la música. ‘Soleado’ era un instrumental compuesto por el italiano Ciro Dammicco bajo el seudónimo de Zacar. A su vez se basaba en un composición anterior del mismo autor titulada ‘Le rose blu’, ya publicada en 1972.
Otero por entonces era conocido como galán de teatro y por su reciente boda con la también actriz y precursora del destape en España María José Cantudo. Asimismo, ‘Todo el tiempo del mundo’, muestra del erotismo hecho canción, fue precursora en este campo en el panorama nacional y colgó sobre su intérprete el título de pionero del pop sensual español y de las canciones recitadas.
El éxito se trasladó de inmediato de España a América, actuando en Colombia, Bolivia, Perú, Venezuela, Argentina, Estados Unidos y, sobre todo, Brasil, donde era un ídolo y donde años más tarde estableció su residencia.
El terciopelo fraseado y la entonación falsa de ‘Todo el tiempo del mundo’ funcionó en gran medida gracias a la voz grave, profunda y radiofónica de Otero, que nos repartió en igual medida frases largas y susurros durante el tardofranquismo. Derritió a sus fans –popularmente le designaban como el Bello Otero– y se hizo rey de las pistas de baile más románticas, entre tragos de anís, Ricard y Licor 43 y esferas de espejos giratorias. Su oratoria aristotélica, fruto sin duda de sus estudios de Filosofía y Letras, las volvía locas.
Decían las críticas de la época y los textos promocionales, muy dados a la grandilocuencia y al barroquismo descriptivo, que la letra de esta canción era «una poesía melodiosa» que te transportaba a tu «naturaleza interior» y te llenaba «el alma de alegría». «Transmite ternura, respeto, melancolía, pero sobre todo amor», concluían. Pero no sin antes sentenciar que ‘Todo el tiempo del mundo’ es «100% poético, 100% excelente, 100% penetra el corazón».
Hoy tengo tiempo,
tengo todo el tiempo del mundo,
para pensar en nosotros,
para pensar en ti … y en mí,
y en todas las pequeñas cosas
que nos rodeaban
y que entonces no comprendí
Y es que aún te quiero,
sí … te quiero … ¡Te quiero!
Y pienso en aquellas mañanas
y siento aún el calor
de nuestros cuerpos,
que entre las sábanas
formaban una cárcel maravillosa
de la que nos resistíamos a huir
Recuerdo nuestro lenguaje
hecho de caricias y susurros
¡Cómo te echo de menos
y cuánto te quiero!
Sí
¿Recuerdas? … Sí
Pero aquello acabó, como acaba todo,
casi sin querer, igual que
el río se pierde en el mar
No, no … no fue culpa tuya ni mía,
pero con nuestro orgullo
perdimos mil cosas bellas
Hoy tengo tiempo,
tengo todo el tiempo del mundo,
y cuanto más pienso, más te añoro
y más te deseo…
Y es que aún te quiero …
¡Te quiero! ¡Te quiero!
Sí
VERSIONES
La primera vez que se grabó ‘Soleado’ fue también en 1974 a cargo de la DANIEL SANTACRUZ ENSEMBLE.
El primero en ponerle letra fue el alemán MICHAEL HOLM, asimismo en 1974. El título germánico fue ‘Tränen lügen nicht’.
La diva MIREILLE MATHIEU, hizo su revisión bajo la denominación de ‘On ne vit pas sans se dire adieu’. Fue en 1975.
http://youtu.be/fs_-3c4MS-Y
El crooner estadounidense JOHNNY MATHIS le dio un toque navideño en ‘When a child is born’, de 1976.
La cantautora murciana MARI TRINI, ya desaparecida, también se basó en soleado para su tema ‘Te amaré, te amo y te querré ‘.
Asimismo RAPHAEL la cantó con el título ‘Un nuevo sol’. Lo hizo hace un año para un disco de temas navideños.
Las versiones orquestales son innumerables como, por ejemplo, las firmadas por Percy Faith, Frank Pourcel, Fausto Papetti, Gigi Molly, Paul Mauriat, Sam Clayton Band, Elio e le Storie… Al inglés la adaptó Marwan, con ‘Another time’, en checo la cantó Karel Gott con el título ‘Mel jsem rád a mám’, en húngaro Zsuzsa Cserháti grabó ‘Édes kisfiam’ y en portugués lo hizo Francisco Cuoco en ‘Tudo tempo do mundo’.
También para el público teutón en 1995 Mark’Oh realizó una particular versión como ‘Tears don’t lie’ y asimismo incorporaron la composición a sus repertorios otros artistas como el filipino José Mari Chan , Kenny Rogers, Willie Nelson, Charles Aznavour, Cissy Houston, The Moody Blues y Bing Crosby. En clave humorística está la versión recitada de Andrés Pajares y el mundo cinematográfico formó parte de la banda sonora de la película argentina ‘Nazareno Cruz y el lobo’, dirigida por el genial cantante Leonardo Favio.
Por último merece la pena escuchar la adaptación que realizó IL DIVO. La denominó ‘When a child I born’, como ya hizo Mathis cuarenta años antes.
MANOLO OTERO nació en Madrid en 1942 en el seno de una familia vinculada al mundo de los escenarios. Su padre era como barítono de ópera y zarzuela, y su madre, actriz de revista. Aunque nunca le prohibieron que siguiera por su senda, si obligaron a su hijo que estudiara una carrera universitaria y él optó por cursar Filosofía y Letras en la Universidad Complutense.
Pero, una vez licenciado, se lanzó al teatro, siempre como galán, al ser un hombre de gran atractivo, en obras como ‘Tartufo’, ‘Madre Coraje’, ‘La zapatera prodigiosa’, ‘La llegada de los dioses’, ‘Don Juan o el amor a la geometría’, ‘La molinera de Arcos’ y ‘La muralla china’. El cine, las radionovelas y la televisión vinieron a continuación, con series como ‘La casa de la Troya’ películas como ‘Del amor y otras soledades’, ‘La Araucana’, ‘Fieras sin jaula’, ‘Venta por pisos’, ‘Mi querida señorita’, ‘Simón Bolivar’, ‘Marco Antonio y Cleopatra’, ‘Laia’, ‘La promesa’, ‘El libro del Buen Amor II’, ‘Juicio de faldas’ o ‘Cuentos de las sábanas blancas’.
De forma paralela realizó una incursión en la música al presentarse al concurso ‘La gran ocasión’ y probar suerte también en el Festival de Benidorm de 1968, que ganó Julio Iglesias. Ese año grabó un EP de escasa repercusión. Reapareció seis años más tarde con ‘Todo el tiempo del mundo’. Le lanzó al éxito y sirvió de cimientos de una próspera carrera musical.
Temas como ‘Qué he de hacer para olvidarte’, ‘Amor imposible’, ‘Viejo trovador’, ‘Mimí’, ‘Es bellísima’ , ‘Acércate más’, ‘Yo vendo unos ojos negros’, ‘Volver’, ‘Melancolía’ o ‘Sigo mi camino’ fueron muy bien aceptados por el público, sobre todo en Latinoamérica.
A mediados de los ochenta decidió abandonar España e instalarse en Brasil al casarse de Celeste Ferreira, su tercera esposa tras María José Cantudo y la colombiana Eddy Cano. Desde allí realizó giras por países como Estados Unidos, Colombia Venezuela y Bolivia hasta que en 2011 un cáncer hepático acabó con su vida.