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La inestabilidad mental

Un sentimiento más de la mente, es la inestabilidad mental y emocional, un sentimiento que nos puede generar una gran agitación mental.

Esa inestabilidad mental, suele ser creada por la falta de madurez mental o emocional, lo cual genera inestabilidad y desequilibrio en el estado anímico de las personas afectadas.

En ocasiones esta inestabilidad procede del exterior, pero en la mayoría de los casos, esa inestabilidad la genera la propia mente de estas personas.

Estas personas, a causa de no tener madurez psicológica, les suelen suceder una diversidad de cambios  anímicosn tales como cambios de humor injustificados, padecer sentimientos como la ansiedad, exaltamiento, tristeza, abatimiento, etc, cambios de ánimo que ni esta persona comprende porque le suceden.

Cuando estos cambios de estado de ánimo son frecuentes e intensos, estas personas llegan a perder el control, oscilando desde la euforia hasta la depresión, sin pasar por toda la gama de sentimientos intermedios.

El equilibrio de una persona, reside en pasar paulatinamente de un sentimiento a otro, pero si se deja llevar por reacciones extremas, pasa de la alegría a la depresión en un instante, por el más mínimo motivo, externo o interno, por cualquier pequeño pensamiento que recorra su mente.

Cuando una persona es inestable, esta inestabilidad afectara a sus juicios de valor y sus decisiones estarán gobernadas por esa inestabilidad, llegando al punto que lo que ahora ven negro, un instante después lo ven blanco.

En el caso de inestabilidad emocional, estas personas no pueden estar capacitadas para mantener una relación estable, independiente y sana.

Cuando la inestabilidad emocional es poderosa, estas personas pueden adoptar relaciones de docilidad y dependencia, como adquirir un afán de dominio o una mezcla de ambos tipos de relación pasando intermitentemente del dominio a la sumisión y viceversa.

La inestabilidad también puede estar provocada por conflictos internos del subconsciente.

Para luchar contra la inestabilidad mental hay que permanecer en el camino del centro, si estas personas se mantienen dando bandazos de un extremo al otro de sus sentimientos, nunca conseguirán el equilibrio y la paz mental.

Cuando aparezca un nuevo sentimiento extremo, hay que pararse intentar pensar por que de repente reaccionamos opuestamente a como pensábamos un segundo antes, intentar comprender esos sentimiento, así como intentar minimizar esa reacción extrema.

Los sentimientos extremos los podríamos simbolizar con la fuerza que realizaríamos con la mano a la hora de comernos un pastelito.

Imaginemos un pastelito cualquiera, de esos industriales que abundan en los supermercados, el que más nos apetezca…

Con mayor o menor facilidad, lo desprendemos de su envoltorio, que en algunos su abre-fácil, poco tiene de fácil…

Ahora lo tenemos desenvuelto, jugoso, dulce apetitoso, sobre un plato, en nuestra mesa…

Si lo agarramos con una mano y lo apretamos demasiado poco, al ir a morderlo se nos caerá al suelo porque no lo hemos cogido con fuerza suficiente y se nos resbala de los dedos.

Si lo agarramos con demasiada fuerza, lo destrozaremos y también terminara en el suelo hecho trocitos…

Hemos de agarrarlo con la suficiente fuerza para que no se nos resbale de los dedos y con el suficiente cuidado como para no romperlo.

Pues al igual que le ocurre al pastelito, nos ocurre con nuestros sentimientos y nuestras reacciones.

Hemos de buscar siempre un punto intermedio, ni amar exageradamente, ni odiar hasta más allá de la muerte.

Para más información sobre el tema os remito al libro de Ramiro Calle, “Las zonas oscuras de tu mente”.

 

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abril 2013
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