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Dispersión mental

Hoy volveremos a mirarnos los problemas de la mente, en este caso miraremos el problema de la dispersión mental.

A la vez que nuestra mente nos controla a nosotros, nosotros debemos saber controlar nuestra mente, pero nuestra mente suele ser como un niño travieso, cuando este se pone a estudiar (por ejemplo), suele pensar en todo menos en el tema del libro del cual está estudiando.

La dispersión mental suele desorientar nuestra mente, evita la efectividad mental, la fragmenta, crea una visión superficial y difusa de los pensamientos, todo ello genera un entendimiento incorrecto y evita que controlemos nuestros pensamientos.

Al dispersarse la mente, esta se entretiene en otros temas, a los cuales vuela ella solita, por lo tanto deja de concentrarse en el tema que nosotros deseamos, perdiendo su efectividad en parte o totalmente.

Ciertamente es una cuestión que me ocurre en muchas ocasiones, me pongo a leer algo que me interesa, mientras, mi mente se pone a volar solita pensando en otras cosas, cuando me doy cuenta de ello toca a empezar a leer desde el principio, puesto que aunque realmente he leído ese determinado texto, totalmente o en parte, no me he enterado de nada de lo leído, por estar pensando en otras cosas de las cuales se ha encaprichado mi mente.

La dispersión mental es el antónimo de la concentración.

Cuando nos concentramos pensamos exclusivamente en algo, dedicando todos los recursos de nuestra mente a ello, cuando nuestra mente se dispersa, vuela sola y nos desconecta del tema en el cual nosotros queríamos concentrarnos.

Nuestra mente es indócil, suele poner en marcha sus programas automáticos, trabajo de nuestra conciencia y voluntad es hacerla encender las neuronas que a nosotros nos interesan, no las que ella desee.

Una mente bien gobernada ve con facilidad las cosas que no ve una mente dispersa, puesto que ella está ocupada con sus distracciones.

Las mentes bien gobernadas no pierden el tiempo con pensamientos innobles, inútiles o dolorosos, gastan sus energías en adquirir la sabiduría y la libertad interior.

Las mentes ordenadas son capaces de controlar los sentidos para evitar odios y envidias.

Hemos de aprender a dominar la mente, cosa que no es fácil, pero con un buen aprendizaje se puede lograr.

Ramiro Calle en su obra “Las zonas oscuras de tu mente”, nos recomienda para dominar la mente su libro “El dominio de la mente”.

También nos recomienda las prácticas de ejercicios para la concentración mental, así como que busquemos procurar concentrarnos en las tareas cotidianas de cada día para ir enseñando al cerebro que ha de ir por la senda que nosotros le marcamos, no por la que le quieran llevar sus automatismos.

 

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