Día 27 de enero: 250 años del nacimiento de
Mozart y 200 del de
Arriaga.
Nada que no se sepa ni de lo que no se haya hablado ya, y mucho. Pero
ayer leí una noticia interesante en un despacho de agencia: en Austria
la marca Mozart se ha convertido en un fenómeno de mercadotecnia. Con ese nombre se fabrican ya, además de
esos bombones que todos conocemos,
licor, salchichas, albóndigas, cervezas, yogures, agua mineral, toallas, lapices, camisetas, manteles, paraguas, mochilas… Un charcutero ha creado un
tipo de fiambre; un perfumista, una
esencia y se ha publicado un
cómic protagonizado por el músico.
Por decirlo con datos más tangibles: se estima que ‘Mozart’ es
una de las 50 mayores marcas del mundo, y su precio, de estar en venta, sería de unos
5.000 millones de euros. En
Salzburgo,
la ciudad que para algunos especialistas inventó el
turismo cultural,
esperan este año un 10% más de pernoctaciones de visitantes.
¿A qué viene todo esto? Pues al hecho de que cada vez es más evidente que detrás de la cultura hay un gran negocio,
vinculado no sólo a la cultura misma. Y la pregunta es: ¿nadie en
Bilbao ha pensado en hacer algo semejante? No digo que la figura de
Arriaga tenga el mismo gancho comercial que la de Mozart, por supuesto.
Pero seguro que alguno tiene, y se podía haber aprovechado para la efeméride. De paso, se habría logrado una proyección mayor de la figura del músico. Creo yo.