Estos días, Bilbao parece Viena. O Londres. No lo digo por el paisaje ni los edificios. La afirmación se deriva de la oferta musical que ha coincidido para felicidad de algunos y preocupación de otros, obligados a gastar una suma elevada si querían acudir a todo.
Esta ha sido la agenda:
Martes: Barbara Hendricks en el Euskalduna.
Miércoles: La Sinfónica del Volksoper de Viena en el mismo Euskalduna.
Jueves: Concierto de abono de la BOS con el pianista turco Fazil Say en el Euskalduna y primera función de la ópera Les mamelles de Tirésias de Poulenc, en el Arriaga, con María Bayo.
Viernes: Concierto de abono de la BOS en el Euskalduna y recital de Ruggero Raimondi en el Arriaga.
Sábado: Concierto de la Sinfónica de Euskadi, con el pianista Alexei Volodin, en el Euskalduna y segunda función de la ópera de Poulenc en el Arriaga.
Domingo: Concierto de Philip Glass en el Arriaga.
Y ahora, no me digan ustedes que durante estos seis días Bilbao no parece Viena.