Hay días en los que el asco supera a la indignación. El pasado sábado, una señorita cuyo nombre no daré pasó por el programa La Noria de Tele5 para contar su versión del caso Neira. Ya saben: ese profesor que está en coma por haber tratado de auxiliar a una mujer que estaba siendo agredida por su pareja. La señorita en cuestión era la maltratada y lo que en ese programa pudo verse y oírse habría sido de risa de no ser porque hay una persona entre la vida y la muerte; por desgracia, más cerca de la segunda que de la primera.
En un resumen de trazo grueso, lo que la señorita -que ya tuvo anteriormente una pareja que la maltrataba- vino a decir fue que su novio, llamado Antonio Puertas, toxicómano, alcohólico y con alguna otra virtud más, no la pegaba. Ella no se fue al suelo por un golpe sino porque le flojean las piernas. El profesor Neira se metió donde nadie lo llamaba, insultó a su novio, y este, que estaba en pleno síndrome de abstinencia, lo golpeó. Como estaba bajo los efectos de ese síndrome (una enfermedad, insistía una y otra vez, como si fuera algo ajeno a la voluntad de una persona, más o menos como un tumor), su responsabilidad se reduce. Neira no es un héroe, añadió. Todo eso lo dijo a gritos.
Sentí asco y vergüenza, y eso que ya había leído hace unos días una entrevista con esta mujer en una conocida revista. Asco y vergüenza de que existan seres humanos así. Y asco y vergüenza de que encima les paguen una considerable suma por arrojar estiércol sobre un buen hombre que cumplió con su obligación moral. Ya lo escribió Enrique Santos Discépolo en 1935:
“Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor..
ignorante, sabio, chorro,
generoso o estafador
¡Todo es igual! ¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
¡No hay aplazaos ni escalafón,
los inmorales nos han igualao!”
(Cambalache )
Nota: He omitido el juicio personal que la señorita que protagonizó el programa me merece. Una de las normas de estos blogs es abstenerse de escribir insultos y palabras malsonantes, y no voy a ser yo quien se la salte. Pero ya se pueden imaginar mi opinión sobre ella.