Ya está aquí la segunda parte de lo que se ha dado en llamar trilogía del Baztán, la serie de novelas escrita por Dolores Redondo y protagonizada por una policía foral que está ambientada en esa zona de Navarra. El primero de esos libros, El guardián invisible, apareció a comienzos de este mismo año y se convirtió en uno de los éxitos mayores de la temporada.
Apenas diez meses después, la segunda entrega retoma algunos de los hilos de la primera (aunque no es en absoluto necesario haber leído aquélla para entender ésta). Han pasado nueve meses desde el final de aquella investigación en la que la mitología del bosque y el escenario mismo de la historia –Elizondo y sus alrededores– tenían un papel tan importante. Los ecos de los crímenes rituales de las adolescentes no se han apagado y va a celebrarse el juicio de uno de los asesinos. Sin embargo, la vista se suspende porque el acusado se suicida en los lavabos del juzgado, dejando un extraño mensaje para Salazar.
La protagonista está en ese momento a punto de dar a luz, por lo que causa baja durante unos pocos meses. Cuando se incorpora a su trabajo, ya en una categoría superior, debe investigar dos asuntos que aparentemente no tienen relación. El primero es la profanación de una iglesia, un caso en cuya resolución tienen mucho interés las autoridades civiles y religiosas. El segundo, una serie de crímenes distantes en cuanto a su ejecución, aparentemente resueltos, que tienen en común la circunstancia de que todas las víctimas, mujeres, han sufrido la amputación de un brazo.
En esta novela –algo más larga que la anterior–, se combinan los mismos elementos: el thriller y la mitología, aquí relacionada con los agotes. El personaje de Amaia Salazar está más desarrollado y los conflictos con su madre tienen reflejo en su propia asunción de la maternidad. La ciencia forense y los avances en la investigación comparten páginas con leyendas y pesadillas. La combinación es, de nuevo, muy atractiva para los amantes del thriller. A la originalidad del planteamiento argumental, añade la autora una mayor madurez narrativa. Que en Elizondo se preparen para una nueva avalancha de turistas tras los pasos de Amaia Salazar.
(Publicado en elcorreo.com)