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César Coca

Divergencias

“Vivo en Europa porque aquí hay más cultura” (Erik Nielsen)


Cuando lo nombraron director titular a partir de esta temporada, en la Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS) sabían que Erik Nielsen (Iowa, 1977) había sido intérprete de oboe y arpa antes de tomar la batuta. Lo que desconocían por completo es que también es capaz de subirse al escenario y tocar el piano. Lo hará en el ciclo de cámara, para acompañar a la mezzo Tanja Ariane Baumgartner en el Winterreise (Viaje de invierno) de Schubert, uno de los ciclos de canciones más bellos que se han escrito nunca. Pero mucho antes, en el arranque de la temporada que supone su debut al frente de la BOS, se colocará en el podio junto a una leyenda, el pianista Joaquín Achúcarro, para interpretar las Noches en los jardines de España de Manuel de Falla. “Para mí, es una suerte adentrarme en esta obra con la visión de Achúcarro”, confiesa en una entrevista concedida a EL CORREO.
En la temporada que está a punto de comenzar, dirigirá seis programas. ¿Cuántas semanas va a trabajar en total con la orquesta durante el año?
– El plan es estar unas siete u ocho semanas trabajando con la orquesta, que puede ser alguna más si surge algún concierto extraordinario.
A partir de septiembre de 2016 dirigirá también el Teatro de Basilea. ¿Cómo compaginará ambas tareas?
– Los teatros trabajan con mucha más antelación que las orquestas así que eso hace más fácil la compatibilización de ambos cargos. Para la temporada 2016/17 existía la posibilidad de estar ocho semanas en Bilbao, pero de ellas tenían que haber sido cinco o seis seguidas. Eso significa más desgaste y más cansancio para todos, así que he preferido estar una menos pero repartiendo más el trabajo.
A partir de lo que está conociendo, ¿cómo definiría a la BOS?
– Diría que no es una orquesta de esas que se dicen especializadas en música alemana, o francesa, sino una formación muy flexible. Yo ya he hecho con la BOS La ciudad muerta de Korngold y alguna sinfonía de Dvorák, que son músicas muy diferentes, y la respuesta ha sido muy buena. Creo que esa flexibilidad la da el hecho de hacer no solo música sinfónica, sino también ópera.
– Pero lo que suelen comentar otros directores es que es una orquesta especialmente buena en el repertorio del último romanticismo: Bruckner, Strauss, Mahler…
– Mi corazón se siente bruckneriano, pero no me convencen las orquestas que solo tocan bien un repertorio, aunque sea justamente ese. Me gusta que sean capaces de hacer muy bien repertorios muy diferentes. Y dicho eso, debo confesar que me encantaría hacer varias sinfonías de Bruckner en los próximos años.
– Hará la Tercera en esta misma temporada. Pero lo que llama la atención del programa es el elevado número de conciertos con cuatro y hasta seis títulos en cada uno. ¿Le gusta así?
– No me siento atraído por la forma tradicional de programar, con una obertura y un concierto en la primera parte y una sinfonía en la segunda. Mi concepto perfecto para un programa es que contenga cuatro obras. Eso muchas veces permite dar al aficionado referencias sobre un compositor antes de que llegue la obra principal.
– También va a dirigir un programa jazzístico.
– Podría venir y hacer programas con Beethoven, Brahms, Mozart, Bruckner y algún otro. Podría hacerlo, pero prefiero abordar repertorios diferentes, siempre que estén bien hechos. La cantante que vendrá a ese concierto (China Moses) es buena, las orquestaciones están muy bien hechas y creo que será un reto para la BOS, porque también incluiremos piezas de Copland y Bernstein.
Para su primer concierto como titular tiene dos obras, las Noches de Falla y la Quinta de Chaikovski, muy famosas. ¿Lo hace para poder marcar así su carácter, dar versiones personales de partituras que todo el mundo conoce?
– Mi manera de abordar la música de Chaikovski lo aproxima más a Mozart que a Rachmaninov. Es ruso, cierto, pero su obra está llena de referencias germánicas. Le encantaba la música de Mozart y quiero hacer una Quinta con menos apasionamiento, con un último movimiento más próximo a una oración. La inclusión de las “Noches” fue una idea de Achúcarro. Hacía mucho que la BOS no interpretaba esa obra y estoy encantado de adentrarme en ella a partir de la visión de un pianista como él.
– Es estadounidense pero vive y trabaja en Europa. ¿Dónde hay más aprecio por la música clásica?
– Vivo en Europa porque aquí hay más cultura. En Europa es posible ir por la calle y encontrar a gente a la que le interesa Schubert. En Alemania, por ejemplo, la música está en el ambiente. En EE UU no hay tradición y, además, las orquestas solo tocan repertorio sinfónico, no entran en la ópera. La estructura de su programación es más tradicional porque, como son privadas, tienen que atraer al mayor volumen de público posible. Aquí se puede confiar más en la audiencia y hay más respeto por la creación contemporánea.
Aprendizaje y proyectos
– Usted se ha interesado mucho por la música de hoy. ¿Piensa trabajar con ella también en la BOS?
– Sí. Me gustaría traer algo de Lachenmann y el concierto para violonchelo Reflections on Narcissus de Pintscher, por ejemplo. Incluso encargar alguna obra. En general, soy más de celebrar acontecimientos históricos, incluso extramusicales, que aniversarios de compositores.

– Antes de dedicarse a la dirección, fue intérprete de arpa y oboe. ¿Por qué lo dejó para tomar la batuta?

– Siempre me he considerado director, desde los tres años (se ríe). Era muy pequeño y ya dirigía el coro de la iglesia. Ser director no es una cuestión de gesto. Eso se aprende en tres días. Es más bien entrar en el contenido de la música, y eso lleva toda una vida. Pero para dirigir bien hay que haber sentido primero lo que es tocar un instrumento. Solo así se puede transmitir a los músicos lo que uno quiere.

– ¿Ha aprendido más como asistente de un director o como instrumentista, viendo desde su silla lo que hace en el podio?
– La manera de aprender cómo se dirige la Primera de Brahms es como oboe de la orquesta. Es como se consigue entender la música, allí rodeado de todos tus compañeros. Y luego, por supuesto, viendo cómo dirigen los mejores. Estar en la Filarmónica de Berlín como oboísta me permitió trabajar Parsifal con Abbado, los Gurre lieder con Rattle… Si me vine de EE UU a Europa fue porque quería aprender alemán y hacer ópera. Lo pude hacer en la Filarmónica de Berlín y luego en la Ópera de Fráncfort.
– ¿Con qué director ha aprendido más?
– Leonard Slatkin suele decir a los jóvenes que miren cómo dirige, para no hacerlo igual (se ríe). He aprendido con muchos, pero creo que el director más grande con el que he trabajado ha sido Claudio Abbado.
– ¿Tiene algún proyecto discográfico en mente para abordarlo con la BOS?
– Tengo intención de hacer cosas, pero eso lo veo como un proyecto asociado a giras, que el disco sea la tarjeta de presentación de la orquesta antes de una salida al exterior. No hay nada específico aún, pero lo que sí puedo decirle es que los estudios de grabación no me inspiran nada, así que lo más probable es que, cuando sea, se trate de un registro en directo.

Fotografía de Fernando Gómez

(Publicada en EL CORREO)