Los grandes hechos históricos son fuente inagotable de relatos porque hay muchos asuntos que contar, y sobre todo porque hay muchas miradas distintas sobre los mismos acontecimientos. Por eso, es muy probable que la Guerra Civil española siga siendo tema de interés novelístico dentro de unas décadas, incluso cuando se hayan superado los cien años desde su finalización.
Lo que Martín Abrisketa ha escrito es otra novela sobre la Guerra Civil, pero una novela muy especial. Se trata del relato de la peripecia de un niño, el padre del autor, que ya nonagenario es uno de los últimos supervivientes de aquel drama que aún está en situación de poderlo contar. A través del relato de Abrisketa conocemos el sitio de Bilbao, los bombardeos, la huida de niños –y adultos– hacia ninguna parte, el traslado de tantos menores a Francia y otros países que los acogieron con generosidad, el duro regreso a casa. Y, junto a todo ello, el hambre, la muerte, el dolor de la separación, la violencia sin sentido, incluso la violencia entre quienes estaban en el mismo bando.
Lo que cuenta el autor es terrible. Qué guerra no lo es. Pero al adoptar la mirada de un niño travieso, ingenuo y dado a la fantasía, el relato adquiere un vuelo diferente. Hay un tono en el que el lector puede encontrar un regusto a Atxaga y quien sea más aficionado al cine hallará no lejano a La vida es bella. Seguramente no es casualidad. Abrisketa se declara lector y admirador del autor de Obabakoak por un lado y por otro su mundo profesional está en lo audiovisual y confiesa que narra como si estuviera haciendo una película, de ahí que el filme de Benigni no sea algo ajeno.
La novela está escrita con el corazón, y es algo más que una expresión tópica. Al contar la historia de su padre, Abrisketa lo ha convertido en su héroe y al tiempo le ha dado las gracias por ser como es. Hay una gran sensibilidad en el texto y un maravilloso manejo del lenguaje infantil. El lector repasa los diálogos y verdaderamente escucha a unos niños. Con su ingenuidad, su lógica aplastante y su surrealista sentido del humor. Y con sus secretos.
(Publicado en elcorreo.com)