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César Coca

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Un libro cada semana: 'Como la sombra que se va' de Antonio Muñoz Molina

Durante su huida, tras haber asesinado a Martin Luther King, James Earl Ray pasó diez días en Lisboa. Esa estancia, lo que Ray hizo, ese tiempo tenso y monótono a la espera de una salida hacia algún país africano en guerra o hacia casi cualquier sitio que le permitiera seguir huyendo, articula la última novela de Antonio Muñoz Molina. Pero, junto a eso, se desarrolla una historia paralela protagonizada por otro personaje que no escapa de la Policía, pero sí de una vida que no le llena y a la que no encuentra demasiado sentido. Ese personaje es el autor, que estuvo en la capital portuguesa veinte años más tarde, buscando los escenarios en los que ambientar la novela que en ese momento tenía entre manos y que habría de suponer su salto a la fama literaria: El invierno en Lisboa.

 

Esta historia de dos escapadas se desarrolla de forma paralela, con planteamientos narrativos distintos. En los capítulos centrados en la figura de Ray –como en el único en el que aborda los últimos días de Luther King, que también quería huir del callejón sin salida de su propia existencia–, el autor escribe en tercera persona y narra con detalle de cronista cuanto hizo el asesino, con continuos flash backs que dan cuenta de su terrible infancia y el sinsentido de toda su vida. En los que narra su experiencia como escritor y los años difíciles en los que su matrimonio se resquebrajaba de manera imparable, relata en primera persona, lo que aumenta el tono de confesión íntima.

 

Muñoz Molina recupera escenarios, pasea por los lugares por los que Ray caminó con la pistola en el bolsillo, habla con algunos testigos de su estancia en la ciudad, repasa documentos del FBI y rellena los huecos con una ficción verosímil. Con tener interés el personaje y su estancia en Lisboa, es la otra trama, la personal del autor, la que más engancha al lector. El escritor jienense se muestra en esos años cruciales y desvela sus dudas, sus errores y algunos episodios no demasiado memorables que ahora recuerda con un indisimulado tono de autorreproche. A veces, las batallas más cruentas son las que tienen lugar en el interior de uno mismo.

(Publicado en elcorreo.com)