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César Coca

Divergencias

Sobre la fusión de las orquestas: precauciones, paradojas y disparates

 José Luis Bilbao ha abierto la caja de los truenos proponiendo una fusión de las dos orquestas vascas que ha sido acogida con preocupación pero de forma tranquila por los afectados y con irritación por muchos políticos. Lo primero de todo es hablar un poco de las paradojas: la propuesta la hace el diputado general vizcaíno, que es uno de los políticos a quien menos veces se ha visto en un concierto de música clásica. Dicho de otra forma, no va ni aunque lo lleven atado, así que sospecho que le preocupa más recortar el gasto que formar una buena orquesta.

Las voces críticas más estridentes han surgido de Bildu en el Ayuntamiento de San Sebastián y la Diputación guipuzcoana, dos instituciones que han reclamado que la sede de la posible futura orquesta no se vaya de la capital donostiarra. Conviene recordar que ninguna de ellas pone un euro en el mantenimiento de la Sinfónica de Euskadi, y que, en cambio, la Quincena Donostiarra, que también tiene su sede allí y que sí depende de sus subvenciones, está sin oxígeno por el recorte de ayudas. A ver qué pasa con el programa de la Quincena cuando alguna que otra orquesta se niegue a tocar gratis. Es decir, que todo cuanto digan algunos políticos sobre este tema debe ser puesto en cuarentena.
A partir de ahí, ¿sería buena la fusión de dos orquestas? Si se crea una mejor y más barata, sí. Y es verdad que estamos ante una ocasión quizá irrepetible para que eso suceda. Una orquesta mejor tendría más proyección, podría contar con mejores invitados, tanto solistas como directores, hacer más giras, grabaciones, etc. Es decir, podría dar un salto de calidad importante y colocarse a la cabeza de España. Y al tiempo, mantener una programación rica, variada y con un número suficiente de conciertos para atender la demanda. Que no es escasa, por cierto.

El problema mayor será el del personal. Una fusión no traumática -y cabe esperar que las instituciones no planteen despidos, porque no sería aceptable desde ningún punto de vista– requiere tiempo, soluciones imaginativas y probablemente durante bastantes años obligue a mantener un gasto que si bien no será tanto como el actual con dos orquestas tampoco será mucho menor. Creo que ahí es donde debemos poner uno de los focos: en que no haya ni un solo despido, ni de  músicos ni de personal técnico y administrativo.

La sede ocasionará disputas políticas, pero me parece un tema menor para los aficionados. En Vitoria no hay orquesta y tienen cada temporada una docena de programas de la OSE. Esa es la prueba de que a los melómanos no debería importarles demasiado ese tema. Pero, por favor, eviten soluciones disparatadas que solo pretenden eludir problemas de competencia entre capitales. Hay quien ya ha hablado de situar la sede en un municipio que esté equidistante de Vitoria, Bilbao y San Sebastián. Quizá eso sea viable políticamente pero es un disparate desde cualquier otro punto de vista.