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César Coca

Divergencias

La creación artística y la festividad de Difuntos


La Iglesia, y aquí entran la católica y el resto de las cristianas, han sido el mayor mecenas artístico de la Historia. Es cierto que de un tiempo a esta parte no es así. Incluso se puede poner en duda el gusto artístico de algunos dirigentes de la misma. Como escribió en un magnífico artículo Joaquín Leguina, la Iglesia española antes encargaba misas a Haydn o Tomas Luis de Victoria y cuadros para sus catedrales a Zurbarán o Murillo y ahora elige para las pinturas de La Almudena a Kiko Argüello y para hacer el himno de la visita del Papa a Nacho Cano, lo que es un cambio cualitativo relevante. Pero en el pasado, todos los grandes artistas plásticos y musicales trabajaron para la Iglesia.
Uno de los aspectos  elegidos para que esos artistas crearan en torno a él era la muerte. En realidad, tras la Navidad y la Pasión, es el tercer motivo más  relevante en lo referido a los encargos. La lista de cuadros que la reflejan de una o de otra manera y de obras musicales en el mismo sentido es enorme. Y como el 2 de noviembre es el momento en que se recuerda a todos los fallecidos, es el día oportuno para revisar ese conjunto de maravillas artísticas creadas para reflexionar o resignarnos ante lo inevitable. 

 
En otros ámbitos artísticos es menor el número de obras de encargo que tienen la muerte como motivo. A veces, la tradición asocia una obra a la fecha sin que en su origen hubiera relación alguna. Es el caso del Don Juan Tenorio de Zorrilla, que tradicionalmente se ha interpretado en torno al 1-2 de noviembre (cada vez menos, parece una tradición a punto de perderse si no se ha perdido ya) pero sin que fuera esa la intención del autor en el momento de escribir la pieza.
El drama, incluso el mayor de ellos, se sublima con el arte. Esa es su gran virtud.