María Dueñas estuvo la pasada semana en Euskadi presentando su libro y parece un buen momento para hablar del mismo. Una segunda novela tras el éxito verdaderamente insólito de la primera por sus dimensiones (más de 1,1 millones de ejemplares vendidos en España) y por la forma en que se produjo, sin promoción, solo con el efecto de la recomendación que va de boca en boca y crece formando una red de referencias de enorme eficacia.
Ahora nos cuenta la historia de Blanca Perea, una profesora universitaria que de la noche a la mañana ve roto su matrimonio y, como sus hijos son ya mayores, decide poner tierra de por medio e irse a California con una modesta beca, solo por el afán de alejarse físicamente de ese mundo que se ha venido abajo y poder pensar en otras cosas.
En una pequeña universidad californiana, Blanca se entrega al trabajo de catalogar el legado de Andrés Fontana, un profesor español muerto treinta años antes. Él era un exiliado (aunque voluntario) debido a la guerra y ha dejado muchos papeles en los que están su obra y su vida. Fontana estuvo relacionado con las misiones españolas en California, en torno a las que gira también una parte de la trama. Y así Blanca empieza a indagar en la peripecia americana de Fontana en los años cuarenta y cincuenta, y en la de los franciscanos, varios siglos atrás. Esa investigación la lleva a conocer además a un veterano profesor que fue su discípulo y que con veinte años visitó España y se enamoró de una española. Al tiempo, va recomponiendo su propio ser, volviendo a confiar en sí misma, sintiéndose de nuevo importante y superando el enorme dolor de su inesperada ruptura.
La autora se ha documentado bien y escribe de manera eficaz, consiguiendo que el lector no se aburra en ningún momento. Sus seguidores encontrarán en este segundo libro todo lo que esperan y es más que probable que capte a otros que no leyeron El tiempo entre costuras.