Esta semana proponemos un libro de historia sobre un tema muy poco conocido por aquí pero que tuvo una gran importancia para el devenir y la construcción de eso que llamamos Europa, y que está escrito con la intensidad y la emoción de una novela. Su autor es Peter Englund, secretario permanente de la Academia Sueca, que se encarga cada año de otorgar el Nobel de Literatura. Englund es historiador pero ya demostró con ‘La belleza y el dolor de la batalla’, que era la narración de la Primera Guerra Mundial a través de las vivencias de veinte personajes muy distintos, que está extraordinariamente dotado para la narración.
Y la batalla de la que habla es la de Poltava. Se trata de un enfrentamiento bélico que en 1709 puso en el campo de batalla en esa localidad de Ucrania al ejército del rey de Suecia, Carlos XII (quien, herido en un pie y con fiebre, no pudo dirigir personalmente a sus tropas), con una coalición de fuerzas que, encabezadas por el zar Pedro el Grande, reunía a su alrededor a soldados de Polonia, Sajonia y Dinamarca.
Con esa batalla, cambió el destino de Europa: el imperio sueco empezó un rápido declive y se sentaron las bases para que Rusia, que acababa de estrenar capital en San Petersburgo, se convirtiera en una de las grandes potencias mundiales. Englund nos cuenta todo eso, pero lo hace sobre todo a través de los personajes y del estilo de vida del momento. Así, sentimos el hedor del campo de batalla, el ruido terrible de los cañones, el hambre y el frío que soportaban los soldados… Asistimos también a los parones que sufrían siempre las batallas a primera hora de la mañana porque los soldados iban a misa, y nos enteramos de que en aquella época no había ateos. Conocemos también por qué los soldados avanzaban derechos, sin inclinarse siquiera para evitar las balas, hasta la primera línea enemiga; la manera de disparar para evitar que el retroceso causara dislocaciones del hombro; el peso de las armas y la impedimenta o la cuantía de la paga extra que cobraban los soldados (diferente según grado y si habían sido heridos o no). Todo con un realismo extraordinario, que por estas latitudes resulta más atractivo que los detalles de la batalla en sí.
Este fue el primer libro de Englund y sorprende su confesión de que lo escribió en apenas unas semanas del verano de 1985. Aún sorprende más que sus compañeros de unos estudios que acababa de terminar le dijeran que no les gustaba nada. Estamos ante un libro de historia novelada o una novela histórica escrita con el rigor de un ensayo histórico. Lo que ustedes quieran. Pero el resultado es una lectura de gran atractivo.
(Publicado en elcorreo.com)