La Sinfonía Nº 2 de Brahms es el plato fuerte del programa con el que la Orquesta Sinfónica de Euskadi (OSE) abrirá la temporada lírico-sinfónica en Euskadi, el viernes de la semana próxima. Ya he hablado aquí mismo de Brahms y su carácter austero, de que se ganó la vida en la adolescencia tocando el piano en un burdel de Hamburgo, su ciudad. De sus amores con Clara Schumann, amores prohibidos primero porque ella la mujer de su mejor amigo y protector, y cuando este murió porque Clara era un poco como el perro del hortelano, que ni comía ni dejaba comer.
Pese a su apariencia un tanto huraña, Brahms podía ser un tipo afable. Le encantaba pasear por los bosques que rodeaban Viena y siempre llevaba caramelos en los bolsillos para dárselos a los niños con los que se encontraba. Eran tiempos de mucha miseria y seguro que aquellos caramelos eran muy apreciados por los niños. Tiempos en los que las tabernas servían la misma comida a lo largo de todo el día, pero a precios distintos…
Brahms es de los pocos grandes compositores del XIX que no se adentraron en el campo de la ópera. Ni siquiera su obra sinfónica es demasiado abundante. Ahora bien, señores, qué sinfonías y conciertos nos dejó. Aquí les dejo con el arranque de la Sinfonía Nº 2, con la Filarmónica de Viena y Carlos Kleiber en el podio. Disfruten del fin de semana. Y de la música, por supuesto.