Plácido Domingo cumple hoy 70 años y va a recibir un homenaje en el Teatro Real. Homenaje sorpresa por el contenido y por los asistentes al mismo, pero seguro que se subirán al escenario unas cuantas estrellas de la lírica y otras más que enviarán mensajes desde donde se encuentren atendiendo a compromisos profesionales.
Sin duda, Domingo es un gigante de la ópera. Ha batido todos los récords y sigue cantando y aprendiendo papeles nuevos a una edad a la que la mayoría de sus colegas se limitan a hacer recitales con un repertorio que les resulte cómodo. Y no deja de retrasar el momento de su retirada porque se encuentra tan bien que quiere seguir subiendo a un escenario.
Lo entrevisté en marzo de 2003. Acababa de regresar tras un parón de dos meses por razones de salud. Me habló entonces de una posible retirada en cuatro o cinco años. Esta mañana he oído un corte con declaraciones suyas en la radio y decía que firmaría ahora mismo por poder seguir tres o cuatro años más. Quienes trabajan con él y le han visto en sus últimas actuaciones dicen que sigue siendo extraordinario.
Es, además, una persona cercana, que se entretiene hablando con los aficionados. Recuerdo que aquella entrevista de la que hablaba tuvo lugar un domingo, sobre la una del mediodía, en el hotel Palace de Madrid. Domingo había cantado la noche anterior y bajó derecho de su habitación al bar del hotel, donde iba a tener lugar la conversación. El bar pronto se llenó de gente que reconocía al tenor y se quedaba por allí cerca, esperando que terminara nuestra conversación para acercarse a saludar. Efectivamente, cuando acabamos, se vio rodeado de aficionados que querían autógrafos, le felicitaban, querían charlar un rato con él o simplemente eran mitómanos que deseaban hacerse una foto. A todos atendió con una sonrisa y sin escatimar el tiempo que les dedicaba. Todo un ejemplo para tanta joven vedette que desprecia a sus admiradores o les trata con fría suficiencia.
Con todo, lo importante no es eso, sino la dimensión de su figura y su enorme legado. Domingo es ya historia de la ópera. Uno de sus grandes protagonistas.