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César Coca

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Las paradojas del cine español

Si el cine español fuera un sector económico normal, su situación sería de quiebra. Con mínimas excepciones, sobrevive solo gracias a las subvenciones, que se entienden en productos culturales que no buscan la comercialidad (cierto teatro, los museos, el ballet, la música clásica y algunos otros) pero no parecen justificables en un cine que en la mayor parte de los casos es puro entretenimiento y ni siquiera del mejor.

En ese contexto de ruina absoluta, se aproxima una ceremonia de entrega de los premios Goya que cada vez se entiende menos. Este año, los grandes candidatos son filmes dirigidos por el presidente y la vicepresidenta primera de la Academia, de manera que sea cual sea el resultado de los galardones habrá interpretaciones no estrictamente artísticas: si sus filmes son premiados, no faltará quien diga que los académicos agradecen a sus máximos dirigentes la labor realizada, y si no es así, habrá quien piense que les dan la espalda.

A estas alturas, es obvio que no me gustan demasiado los premios que determinados colectivos se dan a sí mismos. Entiendo que a veces son necesarios, pero también que sería preciso poner límites. Y este año se dan casos que creo que los superan. No sé si es muy ético que los dos máximos responsables de la Academia acaparen las candidaturas pero desde luego es muy poco estético. Creo que se podrían hacer algunas salvedades con esos cargos: una importante sería que los directores, productores, actores, etc. que los ocupan no puedan presentarse a unos premios que ellos mismos dan.

Y luego está el tema de las candidaturas y las categorías. ¿De verdad da el cine español para cuatro candidaturas en tantas categorías? El efecto inmediato de esa inflación es que no hay actor o director famosillos que no acumule un puñado de candidaturas y algunos premios. Lo que hace que pierdan buena parte de su sentido.

Esta edición los Goya cumplen 25 años y quizá eso explique el espectáculo que la Academia tiene preparado. Pero no faltarán los críticos que sugieran que con el sector en quiebra lo más adecuado sería una gala austera, con menos premios incluso. Sería más coherente con una reclamación continua de ayudas en un tiempo en que todo el mundo vive con el agua al cuello.

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cine, crisis, goya