Se acabaron las vacaciones de Navidad y ha llegado el tiempo de empezar a afrontar los asuntos que el último día de 2010 estaban pendientes. Asuntos culturales, por supuesto.
El Gobierno central tiene uno muy gordo sobre la mesa: proteger los derechos de autor sin violar otros derechos. El precedente de la denominada ley Sinde no puede ser peor. Y, sin embargo, no puede dejarse el tema en un cajón y esperar a que la patata caliente caiga en manos del próximo Gobierno. Es preciso acometer las reformas legales cuanto antes, pero pensándolas mejor, hablando más con los partidos de la oposición y dialogando con los consumidores, los internautas, los creadores y los expertos en la materia.
Además de eso, el Gobierno tiene pendiente mejorar las condiciones fiscales del mecenazgo y sentar las bases que permitan la creación de una verdadera industria cultural en algunos ámbitos (el cine es el más claro; se trata de un sector de vocación eminentemente comercial que no puede vivir sin subvenciones, señal de que algo falla), entre otras tareas. Parece excesivo para una ministra quemada y un equipo, el suyo, que no puede dar más muestras de desorientación.
En el ámbito vasco, el Guggenheim -en su doble vertiente del proyecto de un nuevo centro en Urdaibai y el propio lío en el seno del patronato a propósito de su director y en general los asuntos de la gestión- parece más calmado. Pero me extrañaría que no haya ruido ambiental en la campaña electoral. Y sería un despropósito que una vez celebradas las municipales y forales no pudiera llegarse a un acuerdo que desbloquee la situación.
También están pendientes unas cuantas actuaciones dentro del nuevo plan cultural del Gobierno. Es hora de empezar, porque se acerca el ecuador de la legislatura y no es de recibo dejarlo todo para el último año.
Así que ya ven: hay asuntos pendientes, y no pocos. Convendría empezar a trabajar cuanto antes. El año siempre es más corto de lo que parece en enero.