José Luis Sampedro ha sido distinguido con el Premio Internacional Menéndez Pelayo, y me parece que habrá pocos galardonados tan incontestables como él. El jurado, que en parte se ha reunido por primera vez en México, ha valorado sus “múltiples aportaciones al pensamiento humano”, en sus facetas de economista, profesor y escritor.

He entrevistado un par de veces a Sampedro y en ambos casos he salido asombrado por sus reflexiones, su lucidez, su pasión a la hora de transmitir sus ideas, su bonhomía y su sentido ético. Es Sampedro un economista muy respetado incluso por quienes están lejos de sus postulados, un escritor con un público amplio y muy fiel, un pensador agudo y un ser humano admirable. Me parecen motivos más que suficientes para el premio.

Además, pese a su avanzada edad (ha cumplido ya 93 años), sigue trabajando. “Lo maravilloso de la vida es irse haciendo, y yo, escribiendo, me hago», me comentaba en febrero de 2009, en una larga entrevista que mantuve con él en su retiro de la costa del Sol, en una mañana luminosa. “Hay que hacer algo mientras se pueda. Soy un aprendiz de mí mismo. La vida es un viaje hacia uno mismo”. Imposible añadir nada.