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César Coca

Divergencias

Crisis, ¿qué crisis?

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Lo he leído hoy en el suplemento con textos del

New York Times que publica El País: contra todos los tópicos, la música clásica vive un momento excelente
en EE UU. El autor del reportaje deja a un lado los lamentos habituales
y examina las cifras: los conciertos serán este año un 30% más que en
1994, no dejan de inaugurarse nuevas salas, se venden muchos discos
pero con otro modelo (sellos pequeños que distribuyen a través de
Internet), las descargas de clásica a través de iTunes son el 12% del
total (un porcentaje espectacular), las productoras de DVDs están
sacando al mercado montañas de productos, nuevos y recuperaciones
históricas y quizá lo único que falta es un grupo de superestrellas
como las que había en la parte central del siglo XX.

Os cuento esto porque me parece que ni en EE UU ni aquí tiene mucho sentido hablar de crisis de un producto cultural que algunos insisten en considerar elitista. Algunos datos para la reflexión: la Sinfónica de Euskadi tiene 7.075 abonados y tuvo la temparada que ahora termina 150.000 espectadores. La Sinfónica de Bilbao está aproximadamente en 2.000 abonados. La ABAO tiene más de 6.000 abonados (¡al precio de la ópera!) y aspira a sumar 100.000 espectadores la temporada próxima, la Sociedad Filarmónica de Bilbao supera ampliamente los mil socios.

El festival Musika-Música lleva varios años vendiendo en torno a 25.000 entradas en un solo fin de semana. La Quincena Donostiarra supera las 50.000 en sus espectáculos de agosto. Y eso sin olvidar los conciertos organizados por el Kursaal, el Arriaga, Bilbao 700, la Diputación de Vizcaya, Cultural Álava y alguna otra organización. ¿Cuántas disciplinas deportivas tienen tantos espectadores en Euskadi? Y otra pregunta: ¿quién se atreve a seguir sosteniendo, a la vista de esos datos, que la música clásica está en crisis y es elitista?

 

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