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César Coca

Divergencias

Fantasmas

Intentar comprar un libro en unos grandes almacenes puede ser una
aventura surrealista. (A menos que busquemos un ‘best seller’, claro)
Hace unos años quise conseguir ‘Fiesta’, de Hemingway, en una de estas
superficies comerciales . Lo primero que me preguntó la dependienta fue
si se trataba de una novedad. Como me quedé paralizado, dudando de lo
que estaba oyendo, ella insistió:

– «¿Es un autor nuevo? ¿Una novedad?»

La verdad es que le dije que no importaba, que ya lo miraría en otro sitio y me marché.

Tengo otro recuerdo de este tipo. Fui a otro centro comercial y
pregunté por ‘Spiritus’, del eterno candidato al Nobel Ismael Kadaré.
No debería haber tenido problemas, porque se trataba de una novedad y
habían aparecido reseñas de la obra en unos cuantos periódicos. La
dependienta me miró como a un bicho raro. Por si acaso, puntualicé:

– «Acaba de salir».

– «¿Spiritus? Mire en la estantería de ciencias ocultas»

Siempre me he preguntado porque nos tratan tan mal a los lectores en
los centros comerciales. Veamos la situación desde otro ángulo. Usted
va a la sección de electrodomésticos y dice que le gustaría comprar una
batidora. Entonces el dependiente, le acompaña educadamente a la
sección de muebles, le coloca delante de varias sillas y le dice.

– «Puede mirar aquí, tenemos todos estos modelos».

Podría montar un pollo con todo el derecho del mundo -en cierta forma,
le estarían insultando-, pero nunca he visto a nadie liarla parda en la
sección de libros. Somos unos lilas.

Ahora estoy tramando mi venganza. Acaba de publicarse en castellano ‘Fantasmas’, de Chuck Palahniuk.
Me lo pensaba comprar cuanto antes pero he decidido esperar a un sábado
por la tarde, cuando más gente haya en un centro comercial y más liados
estén. Entonces buscaré un dependiente y le pediré el libro. Me
guardaré el nombre del autor para soltárselo cuando más confuso esté:

– «Fantasmas, sí. Una novedad”, responderé a su gesto de confusión.

– ¿Y sabe quién es el autor?

– «Chu Palanuik o Chupa Lanui», balbucearé, «¿Quiere que se lo deletree?».

Me muere de ganas de leer el libro de Chuck, pero creo que la espera va a merecer la pena.

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