En una taberna de Tarifa me enseñaron hace unos años una gastada
pitillera de plata con el nombre de «Venexiana Stevenson» grabado en el
interior y un orificio de bala cerca del cierre. El dueño de esta
reliquia me aseguró que a su abuelo se la había regalado, antes de la
Guerra Civil, una italiana que se presentó en el pueblo preguntando por
el hijo de una gitana de Gibraltar y un marinero de Cornualles. Yo
quise comprar la pitillera pero su propietario -que sin duda ignoraba
su valor- me aseguró que no podía venderla porque era un regalo «de una
señora que miraba como si tuviese la muerte entre las pestañas».
Supongo que si el hostelero sigue en Tarifa todavía seguirá enseñando
esa extraña pitillera con el siniestro agujero.
Norma Editorial ya ha publicado en castellano ‘Las Mujeres de Corto Maltés’,
un libro en el que aparece, entre otras cosas, un informe realizado por
los expertos de la sociedad de criminología de Lausana sobre Venexiana
Stevenson. Fue una de las más despiadadas enemigas del marinero y creo
que intentó matarle en un par de ocasiones porque, en el fondo, estaba
enamorada de él. ¡Quién sabe qué sentimientos le impulsaban cuando
volvió a Tarifa en busca de Corto! En el libro, además, hay unas
cuantas acuarelas de las amigas del marino pintadas por Hugo Pratt.
Entre ellas, ese inquietante retrato de Esmeralda con su tatuaje que
ahora pasamos a reproducir. El señor Pratt tuvo que tener mucha sangre
fría para que no le temblase la mano mientras ella posaba.