No estoy seguro, pero me imagino que el día que
lleguen los camiones que deben recoger los centenares de cajas con
los papeles del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca, con destino a Barcelona, puede montarse una protesta curiosa. Y eso va a suceder en unos pocos días.
Debo confesar mis dudas sobre este asunto. Es cierto que parece de una lógica evidente que
las cosas arrebatadas por la fuerza han de devolverse a sus legítimos dueños. Pero no es menos cierto que
muchos museos y archivos del mundo incluyen obras y documentos que llegaron hasta allí de forma no muy legal pero que han ido consolidándose por el peso de la historia. ¿Cuántos
cuadros de famosos museos fueron arrebatados a sus propietarios? ¿
Cuántas estatuas o monumentos en lugares públicos lo fueron también? ¿Serían imaginables hoy el El Prado, el Louvre o el British Museum sin los cuadros que llegaron hasta su colección de forma poco ortodoxa, o la plaza de la Concordia sin el obelisco? ¿Y qué decir de los frisos del Partenón, o del museo de Pérgamo? No faltará tampoco quien piense que si los
‘budas’ de Afganistán hubiesen sido ‘arrebatados’ y trasladados a cualquier museo de Alemania o el Reino Unido (al estilo del Pérgamo) ahora aún estarían ahí…
Me parece que quienes esgrimen
unos y otros argumentos tienen su parte de razón.
También es cierto que con la tecnología disponible hoy
se pueden hacer cuantas copias se deseen de documentos como los de Salamanca. Hasta ahí, todo correcto. De la misma forma, creo que quienes reclaman en Cataluña y quienes se oponen en Salamanca tienen su cuota de razón, aunque muchos de los primeros no sepan ni de qué papeles se trata y muchos de los segundos ni siquiera conozcan dónde está el museo o no hayan puesto en su vida un pie en él. Pero están en su derecho a la hora de manifestarse.
Ahora bien, en todas las reclamaciones, de una y otra parte,
hay un tufillo político de la peor ley. Y me parece que conviene recordar que
algunos de quienes reclaman papeles gestionan otros que tampoco son suyos y que entre quienes se oponen al traslado hay no pocos que hasta hace apenas unos meses
no habían mostrado la menor preocupación por las condiciones de conservación y acceso a los mismos. Y una última duda:
si la situación de los papeles de Salamanca fuera al revés (que estuvieran depositados en algún archivo de Cataluña documentos arrebatados durante la guerra a alguna autoridad de Castilla-León), ¿se habría aprobado su devolución? Es tan sólo una pregunta nada retórica.