Lo que anima una bronca de vez en cuando. La gente habla de ella, te obliga a tomar partido, a que te definas por uno u otro lado. Me refiero, cómo no, a lo de Pérez-Reverte y Umbral. Los hechos son más o menos así: Umbral, en la presentación de los Planetas en Madrid, suelta que Maria de la Pau Janer no tiene estilo, como tampoco lo tiene Pérez-Reverte, añade, como si no quiere la cosa, pero tirando a matar. Alastriste, que no es manco, responde ayer en El Semanal y le canta a Umbral lo siguiente: que aparenta culto, pero que sólo tiene lecturas secundarias o terciarias, y además no vende ni le han traducido libros por ahí, por el extranjero.
Todo tiene un aire como de familia, como de bronca de Nochebuena, pero, en fin, anima y mucho. Yo prefiero no meterme por la mitad, no vaya a ser que me pille el fuego cruzado. Sólo me permitiré una reflexión, por otro lado nada original: que el éxito produce ampollas en los sitios más sensibles en este país de envidiosos. Lo digo porque no parece haber término medio con Pérez-Reverte: o le critican con una saña inmerecida o le adulan sin reservas, y todo, o porque se le prejuzga o porque se le tiene miedo, o porque se quiere hacer la pelota a un escritor poderoso. ¿Para cuándo una visión ponderada de la escritura de Pérez-Reverte?