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Juanito Oiarzabal: “Los 'ochomiles' son mi hábitat natural”

A continuación tenéis la entrevista a Juanito publicada el pasado domingo en su integridad:

Juanito Oiarzabal (54 años) vuelve, si es que alguna vez se fue. Tras su particular travesía del desierto a raíz de las congelaciones en el K2 (2004), en los dos últimos años ha recuperado su ritmo habitual de expediciones al Himalaya y ha vuelto a ver ligado su nombre a los ‘ochomiles’. El año pasado subió el Makalu y la pasada primavera, el Kangchenjunga. O lo que es lo mismo, dos de las cinco montañas más altas del planeta. Y se ha visto tan bien que al final se ha lanzado a un proyecto que bullía en su cabeza desde hacía tiempo: repetir por segunda vez los catorce ‘ochomiles’. Le faltan siete.

-¿Por qué quiere repetir los catorce ‘ochomiles’?

-Porque es una forma de está ahí. De estar motivado conmigo mismo y de seguir disfrutando de lo que he hecho durante toda una vida. Sobre todo después de lo mal que lo pasé tras las congelaciones del K2 y de reencontrarme estos últimos años con el Himalaya, que es mi hábitat natural, donde mejor me encuentro, donde mejor me adapto, donde mejor me identifico y donde, sobre todo, disfruto con lo que hago. Sencillamente es eso. Creo que es un reto importante. Al menos para mí, aunque quizá no para los demás. Evidentemente, yo ya he hecho los 14 ‘ochomiles’ y no aporto ya nada al mundo del alpinismo, porque lo único que hago es repetir montañas de ‘ochomil’ metros y tampoco estoy ya en condiciones de aportar nada nuevo. Hay que ser así de humilde y así de claro. Pero este proyecto me permite estar ahí y hacer lo que más me gusta.

-¿Haber subido el Kangchenjunga esta primavera ha sido determinante para decidirse a intentar repetir todos de nuevo?

-Sí. La decepción del Yalung Kang, en la que se me abrieron las heridas de las amputaciones, fue un palo muy gordo e incluso llegué a decir que me retiraba, pero ya sabes como soy. En cuanto llegué a casa en mi mente se instaló la idea de volver de nuevo. Sobre todo en demostrarme a mí mismo que podía volver a subir un ‘ochomil’. Fui al Makalu, salió bien todo, y a partir de ahí me metí de nuevo en la dinámica de las expediciones. Y ahora, tras subir en primavera el Kangchenjunga, me he dado cuenta de que, después de haberme quitado los más gordos, era el momento de volverlos a subir todos.

-¿Se ve preparado para este nuevo reto?

-Quien me conoce ya sabe como soy. Si después de 40 expediciones al Himalaya no me he retirado es por algo. Tengo muchas ganas y físicamente me veo muy bien. Es más, creo que no he entrenado nunca como lo hago ahora. La experiencia que me avala es muy importante y motivación y ganas no me faltan. Por eso vuelvo. Soy consciente, porque mucha gente me lo ha dicho, que qué cojones hago volviendo a repetir los catorce ‘ochomiles’. Se que me la estoy jugando y que después de haber subido tantos y haber hecho tantas expediciones no tengo que demostrar nada a nadie, ni tan siquiera a mí mismo. Pero es un reto que tengo ahí y probablemente un actividad como ésta tardará muchos, muchos, muchísimos, años en volver a ser repetida por otra persona.

-Los que le critican dicen que ya no aporta nada al mundo del alpinismo…

(Oiarzabal interrumpe al entrevistador).

-Ya. Y qué.

-…Y que cierra el paso a nueva gente con proyectos más innovadores. ¿Tiene algo que decirles?

-Yo no cierro el paso absolutamente a nadie. Es más, yo he sido una de las personas que más ha abierto el camino a otros alpinistas. Yo siempre he reivindicado a esa gente que viene por detrás. Pero es que los que están pidiendo paso tienen que hacer cosas innovadoras y distintas, ser creativos, porque para hacer lo que ya hemos hecho los demás… El hecho de subir un ‘ochomil’ está muy bien, pero nada más. Y tampoco veo gente, al margen de Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo, Mikel Zabalza y los de siempre, que aporte nada nuevo.

-Usted también tuvo su época innovadora. ¿Añora sus primeros tiempos de himalayismo, aquellas expediciones a la cara norte Kangchenjunga, al Pilar Oeste del Makalu, a la Bonington del Everest, en la que no hacían cumbre pero miraban a las montañas frente a frente?

-Claro que sí. Los añoro porque fueron momentos muy dulces para mí. Yo intentaba, sobre todo en la época del 87 al 92, hacer cosas diferentes. Y aunque no salieron no los cambio por nada. Son los mejores años de mi carrera deportiva. Pero son eso, otros tiempos. Ahora no soy ni me creo el mejor. Sólo soy una persona diferente, sencilla, que quiero hacer esta historia a mi manera.

-¿Ve con especial recelo a alguno de los ‘ochomiles’ que le faltan?

-Sin duda. Intentar hacer los siete ‘ochomiles’ que me quedan en tres años y medio es un reto y se que va a haber dificultades de todo tipo. Por ejemplo, sé, sin ninguna duda, que el Annapurna va a ser un hueso muy duro. El otro ‘ochomil’ al que le tengo un gran respeto es el Dhaulagiri, ya que ese campamento dos que tiene siempre crea problemas. Y luego, que quizá por eso lo he dejado para el final, por su altura, está el Lhotse.

-¿Se ha planteado que después de todo lo que ha hecho si no consigue estos segundos catorce sea más recordado por este fracaso que por el éxito de los primeros catorce?

-Pues no, porque no lo voy a considerar ningún fracaso. Ni me lo planteo. Si no termino en el 2012, los terminaré en 2013. O en 2014. No me planteo no acabarlos. Puede ocurrir que falle en alguno o que esto se alargue en el tiempo, pero, evidentemente, a medida que me vayan quedando menos los voy a perseguir con más ganas todavía. Hombre, espero que no ocurra la fatalidad de que me quede en uno de ellos, que es algo que no contemplo, pero mi idea es seguir hasta acabarlos. Y que conste que tampoco pasa nada si no los termino porque me surge otra cosa que considero más importante y me impide acabarlos. Como cambio tanto y soy tan inestable, igual dentro de dos años me surge otra historia y digo, ‘aquí los dejo’. Y si sucede, ahí quedará lo que he hecho hasta ese momento y ya está. Y se que tendré que aguantar críticas. ¡Y qué! Al final es mi propio reto y se acabó.

-Pero la gente tiende a fijarse en los último, en lo más reciente.

-Ya lo sé, pero es que yo no tengo que demostrar nada. Es un reto para mí, pero sobre todo para estar ahí, haciendo lo que llevo haciendo más de 20 años. Y qué mejor motivación para hacerlo que plantearme subir otra vez los catorce ‘ochomiles’. Y cuando termine evidentemente ya se acabará todo esto. Digo yo que se tiene que acabar… Pero yo no tengo que demostrar nada a nadie. Y para el que tenga dudas ahí esta todo lo que he hecho.

-En algunas frases de la presentación del proyecto parece querer callar algunas voces.

-No, no. De verdad que no. No hay ningún resquemor, ni mucho menos. Lo que pasa es que sí es cierto que hay gente que dice ‘Jodé Juanito, es que ya aburres. Deja paso a los demás’. Y yo digo, ‘vale, dejo paso, pero a quién’. Yo he estado ahora en el Kangchenjunga, he ido con gente joven que tiene mucha experiencia en el Himalaya y no ha subido. He estado en el K2 o en el Everest con gente con mucha experiencia y no ha subido. Y yo sí. Quiero decir que al final si viera que realmente en Euskadi hay gente que está pidiendo paso sería el primero en apoyarlos. Pero cada uno es dueño de hacer las expediciones como quiera. Y que yo siga subiendo ‘ochomiles’ no quita para que otros chavales salgan y busquen su propio camino. Y que conste que yo creo que hay gente capaz, aunque tampoco hay gran cosa, al margen de los de siempre: Alberto (Iñurrategi), Juan (Vallejo) o Mikel (Zabalza), gente innovadora, creativa, que sabe lo que quieren, que son menos mediaticas que yo porque así lo han decidido. Y que evidentemente se merecen muchísimo más respeto, si cabe, que yo. Yo, al menos, el respeto que les tengo es notable. Ahora mismo son la vanguardia del alpinismo vasco y español.

-De todos los alpinistas que han acabado los 14 usted es el único que sigue subiéndolos de forma regular. ¿Por qué cree que todos los demás lo han dejado para dedicarse a otras cosas?

-Pues no lo sé muy bien. Probablemente por el carácter de cada uno. Empezando por Messner, que prometió a su madre no subir más y lo ha cumplido a rajatabla. Y se dedicó a otros menesteres, como escribir y meterse en política. Kukuzcka se quedo desgraciadamente en el Lhotse. Loretan tiene un trabajo muy digno y muy bueno como guía en los Alpes y en montañas bajas del Himalaya. Carsolio tiene un negocio de deporte aventura que le lleva todo el tiempo. Y Wielicki tiene una tienda de deporte en Varsovia y se dedica sobre todo a ella, aunque de vez en cuando sí que intenta algún ‘ochomil’. En definitiva, que depende del carácter de cada uno y de los derroteros que han tomado sus vidas. Yo siempre he dicho que no he perseguido ningún récord ni ninguna marca. He seguido una curso natural y lo que he hecho ha sido porque soy así. Cuando acabé los 14 quise repetir el Everest sin oxígeno y eso encendió la mecha, seguí subiéndolos con el programa ‘Al Filo’ hasta que me congelé, que algún día tenia que pasar. Y precisamente ahí, cuando quizá lo lógico hubiese sido retirarme, es cuando más ganas tuve de volver, tras la grave lesión de los pies, para demostrar que podía ser capaz de subir otra vez un ‘ochomil’. Y desde entonces he subido nada menos que el Makalu y el Kangchenjunga. Lo dicho, que es cuestión de carácter.

-Que le dijo su mujer cuando le explico este plan.

-Araceli, como sabe y entiende de montaña y sabe lo que es este negocio, mostró una gran preocupación, porque ella ya sabe lo que conlleva todo esto, pero también un gran respeto por mi decisión. Supone tensión y preocupaciones de todo tipo durante todo el año, y no es que altere la vida de mi familia, porque ya están acostumbrados. “Qué necesidad tienes de volver a hacer los 14”, me ha dicho, pero como me conoce lo acepta y no le queda más. Pero desde luego ella sabe lo que conlleva este proyecto.

-Y después de 24 años. 40 expediciones y 23 ‘ochomiles’, ¿Con que se queda de todo lo vivido?

-Me quedo precisamente con eso, con lo que he vivido, con la gente y las culturas que he conocido, con las experiencias, buenas y malas que he tenido. No me puedo quedar con algo concreto. Yo suelo hablar de la expedición al K2 del 94 como la mejor que he hecho. Una expedición como aquella no se ha vuelto a dar porque salió todo perfecto, abriendo la vía Cessen que después de nuestra ascensión pasó a llamarse la ruta vasca. Es que salió todo perfecto. Yo siempre pienso mucho en esa montaña. Y sin embargo la segunda vez que fui mira lo que pasó en el descenso. Me pilló. En definitiva, con lo que me quedo yo es con lo que he disfrutado, con lo que me ha dado la montaña, desde mi mujer hasta todo. Fíjate cual puede ser mi identificación con Nepal que tengo una hija nepalí adoptada. Para ese país y para Pakistán no tengo más que agradecimientos porque gracias a ellos he podido disfrutar con lo que me ha gustado toda la vida. A ellos les debo todo lo que tengo y lo que soy.

-Teniendo en cuenta que Carlos Soria acaba de ascender el G-I con 70 años, ¿hasta cuando va a tener cuerda Juanito Oiarzabal?

-¡Desde luego hasta los 70 años no!. No me veo yo haciendo ‘ochomiles’ a los setenta años. Eso te lo puedo garantizar. Una vez que termine este proyecto, sin duda alguna, de verdad y esta vez sí que de verdad, no volveré… supongo… a ningún ‘ochomil’ más. Es lo tengo… (Oiarzabal parece dudar) ¡No me jodas! ¡con 70 años….!

Foto 1: En la cumbre del Makalu.

Foto 2: En la cumbre del Chimborazo.

Foto 3: En la cumbre del Kangchenjunga, con Asier Izagirre y Edurne Pasaban.

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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