Nos ha dejado uno de los grandes. Ricardo Cassin, Lleyenda del alpinismo mundial y uno de sus pioneros, falleció el pasado 6 de agosto. Cassin había cumplido el pasado 2 de enero 100 años. El italiano fue uno de los alpinistas más prolíficos del siglo XX, con más de 2.500 ascensiones y un centenar de primeras en la época dorada del alpinismo, las décadas de los años 30 y 40. Años en la que ir a escalar montañas significaba valor, descubrimiento y, sobre todo, compromiso. Tiempos, en definitiva, en los que todo se aprendía sobre la marcha, no había apenas material y las pocas personas que practicaban el alpinismo eran un grupo de valientes apasionados por las paredes de roca, verdaderos exploradores de las montañas. Y entre ellos, Ricardo Cassin era uno de los más grandes.
Riccardo Cassin nació en una familia de campesinos en San Vito al Tagliamento, en el norte de la provincia de Pordenone (Italia), el 2 de enero de 1909. Cuando tenía tres años, su padre emigró a Canadá, donde murió en un accidente minero. Con 12 años, Ricardo tuvo que abandonar la escuela para trabajar como aprendiz en una herrería. A los 17 se trasladó a Lecco (Lago Como) en la región de Lombardía, donde se encontró un trabajo en una planta de acero. Su primera afición fue el boxeo, pero pronto quedó fascinado por las montañas que se elevaban a su alrededor y comenzó a escalar.
Su primera apertura fue en 1931, a la cara este de la Guglia Angelina, seguida de la cara SO del Torrione Palma y el espolón norte del Sigaro Dones. Le siguieron en los siguientes años numerosas aperturas más, hasta que, a partir de 1935, todo son grandes rutas. Empieza con una repetición en la Civetta de una vía de Emilio Comici, su ídolo de juventud. También ese verano hace la primera al espolón SE de la Torre Trieste y a la Norte de la Cima Oeste de Lavaredo, la cual repite en 1962, ambas con Vittorio Ratti. En 1937 abre la cara NE del Piz Badile con Gino Esposito y Vittorio Ratti, una de las seis míticas caras norte de los Alpes que luego repetiría varias veces, la última con ¡78 años!. En el verano de 1938 se gana el prestigio internacional con su ascensión por el espolón Wallker de los Grandes Jorasses. Esta escalada es la culminación de los logros alpinísticos anteriores a la segunda guerra mundial, cumbre que holló tras haber ascendido al Cervino y el Eiger, ambos por su cara Norte.
Tras la Segunda Guerra Mundial, en la resultó herido luchando contra los nazis en el bando partisano (su propio compañero de cordada Vittorio Ratti murió por disparos de soldados alemanes), alternó la escalada con la organización de expediciones y la creación de su propia marca de material de escalada, aprovechando los conocimientos de su profesión -herrero- y la experiencia de su pasión -la escalada-.
Sin embargo, su gran decepción en esos años fue quedarse fuera de la expedición nacional italiana al K2 de 1954, que a la postre se convertíría en la primera ascensión a la segunda montaña del planeta. Cuatro años después se desquitó dirigiendo una impresionante ascensión al G-IV (7.925 m.) que puso en su cumbre a Bonatti y Mauri. Fue también el jefe de la expedición que abrió la arista sur del Denali en 1961, que él mismo ascendió y que desde entonces lleva su nombre, así como a la cara oeste del Jirishanca (Cordillera Blanca, Perú) en 1969. También lideró la expedición que en 1975 intentó la cara sur del Lhotse, máximo exponente entonces del himalayismo de dificultad, que no tuvo éxito por culpa del mal tiempo.
En 1987, con 78 años, volvió a escalar el Piz Badile para conmemorar el 50 aniversario de su apertura. Y siguió escalando tras cumplir lo ochenta. Con una dilatada carrera de más de 60 años, muchos de las rutas que abrió – desde los Alpes y los Dolomitas al Himalaya y América- se han convertido en referencias en las que los escaladores aún miden sus habilidades y audacia hoy en día. Y todo ello sin olvidar que la mayoría de sus ascensiones fueron realizadas en los albores del alpinismo, sin tornillos ni botas especializados, con pitones caseros, cuerdas de cáñamo y mosquetones de acero destinados a uso industrial.
Descanse en paz.