María Dueñas maneja los hilos del best seller como pocos. La suya puede parecer una receta con ingredientes sencillos. Pero el secreto no está tanto en eso como en la dosis de cada uno y en el sabor que la combinación de los mismos adquiere.
Lo que el lector encuentra en Las hijas del Capitán es la historia de tres jóvenes cuyo padre, emigrado a Nueva York, muere en un accidente en el puerto cuando acababa de emprender la aventura de montar un pequeño restaurante para la colonia española. Las tres muchachas se encaminan hacia la gran ciudad, obligadas literalmente por su madre, y allí deben abrirse camino.
En esa tarea irán tropezando con algunos hombres que las apoyarán y otros que solo tratarán de aprovecharse de ellas, mientras se distancian de una madre muy conservadora que no entiende nada de cuanto pasa a su alrededor. Entre los secundarios de la novela está Alfonso de Borbón y Battenberg –hijo del rey en el exilio–, que entonces vivía en Nueva York y ya había renunciado a sus derechos dinásticos pero seguía en contacto con parte de la colonia española. También aparece en un puñado de escenas Xavier Cugat y hasta el recuerdo de Carlos Gardel, fallecido un año antes de la acción, se hace presente por momentos.
Es decir, la novela recoge los ingredientes habituales de Dueñas: un escenario atractivo, un momento histórico relevante con la mafia extendiendo sus tentáculos, unos secundarios que dan brillo a la trama, unos personajes femeninos fuertes en algunos aspectos pero muy vulnerables en otros y una trama sólida con un cierto aire de thriller aunque estrictamente no lo sea. El resultado encandilará a los seguidores de la escritora manchega afincada en Murcia.
(Publicado en elcorreo.com)