Observación previa muy necesaria. El Jorge Fernández Díaz que ha escrito La herida es un autor argentino que nada tiene que ver con el exministro de Interior español. A estas alturas, estará harto de que se lo pregunten pero conviene lanzar el aviso ante posibles confusiones.
Dicho eso, La herida es una novela en la que su protagonista es Remil, un agente de la inteligencia argentina en horas muy bajas, que ya estaba en El puñal, la anterior obra de Fernández Díaz. Aquí se va a mover entre dos casos en cuya resolución tiene que trabajar de una manera no del todo oficial, puesto que algunos errores muy llamativos y la pérdida de la confianza de sus superiores lo han colocado con un pie fuera del cuerpo.
El primero de los casos es la desaparición de una monja que trabajaba con los más desfavorecidos en una barriada escenario de una feroz competencia entre dos bandas rivales dedicadas a negocios ilegales y de alto riesgo. A Remil le llega la instrucción de encontrarla porque el exarzobispo Bergoglio está muy interesado en que aparezca. La monja dejó una nota en la que habla del agotamiento de la fe, pero muchos piensan que en realidad fue secuestrada y quizá asesinada.
De forma paralela, y dado que en ese terreno los avances son casi inexistentes, Remil debe integrarse en un equipo encargado de mejorar la imagen de un gobernador cuyo crédito político cae en picado. Sus dos jefas serán una socióloga y una diva de la escena, que intentarán enseñarle a comunicar mejor, mientras los agentes de las cloacas del sistema tratan de apartar del político algunas historias muy turbias que de otra manera terminarían por hundirlo.
Fernández Díaz construye una historia mucho más compleja de las habituales en la novela negra y descubre al lector que los bajos fondos de la política son parecidos en todas partes: famas que se construyen, culpabilidades de que se desvían, pruebas falsas que se disponen de forma estratégica, testimonios que se compran… Es tan importante ese ambiente, esa radiografía de la clase gobernante, que para el lector resulta casi irrelevante si al final encuentran o no a la monja o mejoran las expectativas electorales del gobernador.
(Publicado en elcorreo.com)