Víctor del Árbol inició su carrera literaria cuando aún era mosso d’esquadra. Las novelas que le proporcionaron la fama (primero en Francia, luego aquí) eran del género negro y sin duda, al margen de su valor narrativo, contaba el hecho de que muchos lectores deducirían que sabía muy bien de lo que estaba hablando. Pienso, por ejemplo, en la mafia rusa que aparecía en Un millón de gotas perfectamente instalada en Cataluña y operando sin demasiados problemas.

En La víspera de casi todo, con la que ganó el Nadal de 2016, se alejaba ya del noir, aunque una subtrama de la novela todavía estaba relacionada con la investigación policial. En Por encima de la lluvia sigue habiendo un policía –una pareja, en realidad– y una investigación, pero su papel en el argumento no pasa de episódico. Y es así porque la novela es en realidad la historia de un viaje que emprenden dos septuagenarios desde la residencia de Tarifa en la que viven hasta Malmoe. Es Helena, una mujer fuerte, irónica, hedonista, quien quiere ir a Suecia. Miguel, un varón de rigor cartesiano, que solo una vez se dejó llevar por los impulsos, se ofrece a acompañarla. Ambos están de vuelta de la vida. Él, además, acaba de saber que padece Alzheimer.

El motivo del viaje es casi como un macguffin. En realidad, importa poco porque lo relevante es la transformación de los personajes durante el periplo. Víctor del Árbol ha construido una novela donde están presentes la xenofobia, la violencia doméstica, el desgarro familiar y unos cuantos ingredientes más que hacen casi imposible que el lector no se sienta concernido por lo que se cuenta. Estamos ante una obra que descubre el dolor que genera no poder olvidar episodios del pasado y el drama que supone perder la memoria y renunciar a ese pasado para siempre.

(Publicado en elcorreo.com)