Dice Juan Bas que El refugio de los canallas es su obra más arriesgada. Seguramente es así. En primer lugar, porque apenas recurre en ella al humor, esa marca de agua presente de una o de otra manera en sus libros anteriores. Un humor negro, enloquecido, brutal, desbordante, que provoca asombro y carcajadas. Sé de más de uno que no pueden evitar reírse al recordar algún episodio de Alacranes en su tinta, y han pasado quince años desde su publicación. Pues bien, en esta novela el humor no comparece, si se hace la excepción, ya en las páginas finales, de una escena en la que se narra el reencuentro de un pistolero de los GAL con quien fuera uno de sus jefes, en una terraza de la plaza Santa Ana, en Madrid.
El segundo factor de riesgo es el tema tratado. Nada menos que la actuación de un comando de ETA que es perseguido por una cuadrilla de pistoleros de los GAL. A su alrededor, un enjambre de personajes (padres de los etarras, gobernadores civiles, delegados del Gobierno, ministros y hasta un presidente del Ejecutivo) con nombres que se parecen sospechosamente a seres reales de los que salían –algunos continúan saliendo– todos los días en los periódicos. En este caso, y aunque parece que ya ha pasado tiempo suficiente para que se puedan escribir novelas sobre ese episodio negro de la Historia del País Vasco –no hay más que ver las que se están publicando en los últimos tiempos–, quizá aún no haya transcurrido el necesario como para que se pueda eludir el factor político en el momento de la crítica literaria. Porque las escenas en las que dos mujeres vinculadas a ETA de una o de otra manera tienen sexo duro con algunos guardias civiles van a suscitar en algunos ámbitos una lectura política. Y no son las únicas.
Juan Bas organiza una novela que es un puzle de personajes y fechas, da saltos en el tiempo y hace que de una página a otra nos encontremos con el mismo protagonista con cuarenta años de diferencia. Todo es de una enorme crudeza –pese a que apenas hay adjetivos en el texto–, un carnaval de sangre y muerte, desesperación y tortura, que retrotrae al lector a un tiempo que quizá hayamos olvidado demasiado pronto.
(Publicado en elcorreo.com)