En 1892, cuando tenía solo 18 años y estaba a punto de terminar sus estudios en el conservatorio, Sergéi Rachmaninov escribió su primer trío para piano, violín y violonchelo. Lo estrenó apenas unos días después, en enero de ese mismo año, pero no fue publicado hasta 1947, cuando el compositor ya había muerto. Rachmaninov escribió el año siguiente otro trío, el denominado Nº 2, que comenzó el mismo día que conoció la muerte de Chaikovski. Hay quien dice que este primer trío está también de alguna manera inspirado en el creador de El lago de los cisnes. Una opinión que no extrañará a casi nadie, porque Rachmaninov es, más que Glazunov y algún otro, el músico que mejor sigue sus pasos. Hay una línea de continuidad melódica entre la música de uno y otro, un lirismo intenso y a veces desbordado, un sentido dramático, que los une a ambos. Incluso una melancolía que también se halla en las partituras de las principales obras de los dos.
Rachmaninov es autor de algunas de las mejores obras jamás compuestas para el piano. Da igual que sea un creador fuera de su tiempo. Porque mientras él estaba escribiendo la Rapsodia sobre un tema de Paganini, Schoenberg andaba peleando con la composición de Moisés y Aarón, por poner solo un ejemplo. Juzguen ustedes sobre la diferencia entre ambas piezas. Pero que sea anacrónica no le resta ni un ápice de belleza a la música del ruso. Les dejo este primer trío en la versión de tres ilustres solistas que se juntaron para interpretarlo en el Festival de Verbier. Son Lang Lang, Vadim Repin y Mischa Maysky. Vamos, un lujo.