Ya lo escribió Tolstói: todas las familias felices son iguales pero las infelices lo son cada una a su manera. E Ignacio Martínez de Pisón es quien mejor cuenta la infelicidad de las familias españolas, sobre todo en los últimos años del franquismo y primeros de la Transición. Lo hizo en El tiempo de las mujeres,Carreteras secundarias, El día de mañana y La buena reputación. Y lo vuelve a hacer en Derecho natural.
Aquí el narrador es Ángel, un joven cuyo padre es un actor de películas de serie B en las que siempre interpreta papeles menores, que luego termina por ganarse la vida durante un tiempo como agente de estrellas infantiles e imitador de Demis Roussos en cruceros por el Mediterráneo y discotecas para un público poco exigente en la costa del mismo mar. Un padre con tendencia a desaparecer, y una madre que aguanta resignada hasta que un día decide tomar las riendas de la situación.
Por la novela pasa también un hermano menor con tendencia a la cleptomanía y dos hijas de su padre –una de ellas con otra mujer– que se parecen tanto que todos las toman por gemelas. En ese contexto, la difícil relación con un padre que tantas veces no está se solapa con el descubrimiento del sexo y el amor por parte del protagonista, que observa con desaliento la extraña naturaleza de su familia.
Derecho natural es una comedia agridulce, una historia de perdedores sin derecho a una segunda oportunidad que retrata muy bien un tiempo no tan lejano en el que los sueños ya eran inalcanzables para la mayoría.
(Publicado en elcorreo.com)