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César Coca

Divergencias

Ningún fin de semana sin música. 'La ópera de tres peniques' de Kurt Weill y Bertolt Brecht

Hay un dicho que asegura que es mejor librarse de los tiempos interesantes. Sin duda lo fueron los años finales de la década de los veinte y los primeros treinta del siglo pasado, y  más en una ciudad como Berlín. Aunque ya saben ustedes cómo terminó aquello. Mal, muy mal. En aquel ambiente de crisis, efervescencia cultural y social y desastre político, nacieron algunas obras de gran calidad que luego tuvieron una enorme influencia en el devenir artístico del resto del siglo. Entre las personalidades que lo hicieron posible dos destacan con luz propia: el compositor Kurt Weill y el escritor Bertolt Brecht. En las últimas semanas del verano de 1928, cuando aún era posible pensar en la felicidad y los locos años veinte eran eso, años locos sin la presencia amenazante del manicomio, estrenaron esta obra que mezcla numerosos elementos e influencias, de la música culta al cabaret y del marxismo a la tradición literaria del siglo XVIII.

Como sucede con Porgy and Bess (estrenada siete años más tarde), muchos fragmentos de esta ópera han sido adaptados para su interpretación por cantantes de todos los géneros. Pero antes de que eso sucediera, los nazis que llegaron al poder en 1933 (y Weill y su esposa tuvieron la vista de salir corriendo de inmediato) consideraron que esta música era “degenerada”. Aquí les dejo uno de los fragmentos más célebres. Ustedes dirán si se lo parece (lo de degenerada).