El arranque de El informe Casabona no puede ser más sugerente. El periodista Víctor Balmoral, que trabaja para un diario de Barcelona, asiste al almuerzo que cada año, el 22 de abril, ofrecen los Reyes a representantes del mundo de la cultura en el Palacio de Oriente. Uno de los invitados es Alejandro Casabona, un conocido empresario –ya octogenario– que pasó por la política en la Transición, y que a través de algunas firmas ha estado relacionado con la cultura y el espectáculo. En pleno almuerzo, Casabona, que está sentado frente a los monarcas, se desploma y muere apenas unos segundos después.
Semanas más tarde, Víctor Balmoral recibe el encargo de investigar en su vida porque un instituto dedicado a promover la ética en los negocios ha recibido una importante suma de dinero procedente del testamento de Casabona. Y no quieren aceptarlo sin saber antes si el pasado del empresario está totalmente limpio.
La novela se articula en torno a los informes que Balmoral prepara mediante indagaciones en documentos y conversaciones con la viuda del empresario, su primera esposa, sus hijos y algunos de sus colaboradores más próximos. De todos esos documentos resulta un retrato de grupo de la jet catalana, procedente en general del franquismo, que regresó a Barcelona tras la guerra, recuperó los bienes que les habían sido arrebatados por anarquistas y comunistas y se aplicó con un empeño irrefrenable a amasar una fortuna aún mayor que la que un día tuvieron. Casabona pertenece a la generación de los hijos de aquellos, que en muchos casos se alinearon durante el final del franquismo y la Transición con grupos liberales y nacionalistas.
Vila-Sanjuán, que es el responsable del suplemento cultural de La Vanguardia, conoce a la perfección el terreno social, empresarial y político que pisa. Y sabe muy bien que el pecado que no puede cometer un escritor es aburrir, de manera que construye una narración ágil, en la que nada sobra y que tiene los elementos exactos para que funcione con ritmo creciente hasta completar ese retrato de familia –porque en el fondo lo es, de una familia entendida en sentido muy amplio– que puede entenderse como el de toda una clase social y un tiempo con muchas luces y no pocas sombras.
(Publicado en elcorreo.com)